Testimonios

Hablo desde mi experiencia y la de mis familiares en este centro. Yo era tan solo un chico de 15 años cuando me atropellaron, mi vida y la de mis padres se paralizó en ese momento. Al superar la barrera entre la vida y la muerte tras un traumatismo craneoencefálico, una lesión axonal difusa dejó secuelas muy importantes que me impedían memorizar, atender y razonar entre muchas otras cosas. En ese momento no era consciente de lo que eso significaba y tampoco me preocupa, en gran parte debido al propio daño cerebral. Sin embargo, ahí estaban mis padres moviendo hilos muy hábilmente para encontrar rápidamente el mejor centro de neurorrehabilitación para su niño. Así fue como mi padre por muchas recomendaciones de diferentes profesionales del Virgen del Rocío y conocidos pudo solicitar que yo hiciera la rehabilitación en IRENEA. ¡Cuántas gracias tengo que darle a mi padre y a mi madre por aquellos días! Desde el primer día en la quinta planta del Vithas nos atendieron con un trato cercano y humano. Sin dejar pasar el tiempo me hicieron una evaluación neuropsicológica en profundidad para empezar con un proceso de rehabilitación que duraría un año. En este recuperaría la capacidad de razonar, planificar, memorizar grandes textos (indispensable para seguir mi formación) y atender durante grandes periodos de tiempo. En este punto tengo que decir que entré sin poder recordar lo que hace 5 minutos se había mencionado en una conversación y salí pudiendo recordar todas las sesiones que realizaba en el día, las cuales estaban llenas de actividades neuropsicológicas que a mí me funcionaron de maravilla. Ahora mismo sigo formándome y en gran medida atribuyo mis logros al trabajo que hicieron conmigo. En concreto, sigo estudiando para ser neuropsicólogo ya que en algún momento me gustaría poder devolver todo lo que se me dio en esta clínica. Incluso con cierto orgullo me atrevo a decir que sueño con poder hacer las prácticas universitarias en esta clínica. No solo por mi experiencia pasada que es determinante, sino porque son muchos los doctores que en la universidad han nombrado a IRENEA como uno de los centros pioneros en neuropsicología a nivel de nuestra comunidad autónoma e incluso nacional. Por su parte, la rehabilitación física era muy necesaria en mi caso ya que había perdido en gran parte el equilibrio y el control del lado derecho del cuerpo. Yo que siempre había sido un chico deportista que corría como una bala ya no podía saltar ni caminar deprisa, solo podía andar con ayuda de alguien. Así fue como con un equipo de profesionales jóvenes y muy bien preparados me fueron guiando en los pasos para recuperar mis capacidades motoras. Aún recuerdo el nombre del chico que más trabajaba conmigo y le estoy muy agradecido. Por último, puedo hablar del trato que me dieron las terapeutas ocupacionales. Ellas me trataron desde el primer día con afecto, paciencia e impulsando mi motivación a mejorar. Yo siendo diestro de nacimiento había perdido la capacidad de escribir por el daño cerebral, eso era algo que había que arreglar. A través de sus actividades de trazo sus recomendaciones y consejos recuperé la escritura en menos de lo esperado por mí y por mis padres. Tras el objetivo de la escritura conseguido seguimos trabajando en mejorar mi motricidad fina y gruesa, coordinación y realización de actividades diarias. Al final de mi etapa de rehabilitación terminé haciendo talleres de cocina y recetas. En la elaboración de estas recetas trabajaba todas las habilidades recuperadas ya que siempre tenía que usar la mano derecha para todo, esos días fueron muy divertidos y dulces. Por último, quiero mencionar que estando allí vi la evolución de mis compañeros de rehabilitación y el esfuerzo que cada día hacían terapeutas y pacientes en aquel entorno cercano. Quizás unos en zancadas y otros en pasitos pequeños, pero todos avanzaban hasta los límites que dictaban sus circunstancias y eso era algo bonito a mi parecer. ¡Muchas gracias IRENEA!