Me levanté para ir al colegio como un día cualquiera, cuando fui a desayunar, mi madre me dijo »¿qué te pasa en la cara?», mi respuesta fue, ‘’no sé, habré dormido mal’’.
Tenía media cara paralizada.
Me marché a clase y mis amigos me preguntaban qué me pasaba en la cara, pero yo no podía responder ya que no lo sabía.
Pensando que sería debido algún diente, mi madre me llevó al dentista, pero me dijo que no tenía nada.
Acto seguido fui al hospital y tras realizarme unas pruebas, me dijeron: ‘has sufrido un ictus’.
Tenía 14 años la primera vez que escuché esa palabra, desde ese día, mi vida cambió.
Mis rutinas diarias se vieron afectadas, no podía practicar deporte, me sentía triste, tenía miedo de que me volviera a pasar y empecé a darme cuenta de las alteraciones que tenía.
Me costaba hablar, no encontraba las palabras en mi mente, tenía problemas de memoria, estaba muy distraído, me costaba organizar mis cosas, necesitaba mucha tranquilidad y más tiempo del normal para poder hacer cualquier cosa.
Unos meses después, mis padres me llevaron a un centro de rehabilitación. Yo no tenía ni idea de qué era eso, pero imaginaba personas haciendo ejercicio en un gran gimnasio y pensé que yo no lo necesitaría porque podía moverme bien.
Cuando llegué al Centro VITHAS Vinalopó, inicié tratamiento en Terapia Cognitiva, ese sería el gimnasio que yo necesitaba, un gimnasio específico para mi cerebro en el que he trabajado durante más de 3 años.
Recuerdo la primera vez que entré a sesión, no sabía qué me esperaba allí pero me alegró ver a alguien joven como yo en el aula, ya que a mi edad es complicado entender esta enfermedad y las necesidades que conlleva como el apoyo emocional y controles médicos.
Como anécdota contaré mi primera sesión. La terapeuta nos pidió a mi compañera y a mí memorizar un listado con ocho palabras, quedé sorprendido cuando mi compañera recordó todas, pensé ¡qué chica tan lista!, yo sólo conseguí recordar dos palabras.
A lo largo de estos años, he mejorado habilidades como el tiempo de reacción, soy capaz de organizarme mejor y he mejorado la capacidad de memorizar, gracias a las estrategias que he aprendido en sesión.
También he precisado de adaptaciones curriculares en el instituto para mejorar mi rendimiento, en las cuales mi terapeuta ha colaborado y también ha estado en contacto con mis profesores a lo largo de estos años para poder facilitarme este camino.
Faltan sólo unas semanas para que cumpla 18 años y mi paso por el centro de rehabilitación ha terminado. Sigo teniendo problemas para encontrar algunas palabras y expresarme y, a veces, me siento fatigado cuando realizo tareas que requieren gran cantidad de atención, pero tengo proyectos de futuro que me impulsan a seguir trabajando día a día en mi recuperación y este año he iniciado estudios de grado medio para conseguir ser electricista.
Para terminar diré que mi sueño es poder trabajar en la industria de la aviación y mando todo mi apoyo a aquellos que como yo han pasado de adolescentes a adultos con una enfermedad como la mía.
Imagen: PIXABAY