Ahora me perdono

 

Hace 26 años tuve un traumatismo craneoencefálico en un grave accidente de moto y empecé a perdonarme hace 3 meses al iniciar mi terapia en una clínica especializada en daño cerebral. Antes no existía este recurso, viví sin comprender los errores que cometía y sin perdonarme las cosas que había hecho mal. Estos 26 años fueron como ir en una montaña rusa; sin frenos ni acelerador, sin memoria, con dificultades para expresarme, con reacciones inoportunas, sobresaltos y sin saber hacia donde iba; sin rumbo, sin metas.

Trabajaba como óptico hasta que tuve el accidente. Durante los 4 años siguientes no podía trabajar. En ese periodo de tiempo, seguí diferentes tratamientos médicos y realicé rehabilitación física. Después, me recomendaron que volviese a trabajar; hacía lo que me decían que debía hacer. Volví a la misma empresa, como óptico, y continué trabajando con muchisísimas dificultades. Cometía muchos errores como olvidarme de cosas que ya había hecho y volverlas a hacer (no reconocía a personas que ya había atendido, repetía los pedidos, etc), tardaba mucho tiempo para hacer las cosas, me enfadaba frecuentemente, desconfiaba de la gente, etc. Tomé malas decisiones en mi vida personal y laboral. Tanto es así que me compré otra moto más grande y tuve de nuevo otro accidente. Esta vez sólo me lesioné el cuerpo y no la cabeza. Durante mucho tiempo tomé antidepresivos y así nunca “llegaba la sangre al río” (mentiría si dijera que no lo creía oportuno). Así viví los 14 años siguientes; con muchas dificultades, trabajando y luchando con los demás y conmigo mismo.

El principal apoyo en todo este tiempo ha sido mi pareja. Al principio no fue nada fácil. Desde el accidente, cambió bastante mi manera de ser. Cuando le conocí mi carácter era muy fuerte, me irritaba con mucha facilidad y no me podía controlar. Con el tiempo esto ha ido cambiando. Ahora es un pilar indispensable en mi vida.

Otro aspecto indispensable en estos momentos es la Terapia que recibo en el Centro de Daño Cerebral al que asisto cada día. Cuando me preguntan por la calle qué hago en el centro de rehabilitación, nunca sé qué contestar: ¿ cómo explicarles?, no sé cómo expresarlo. Me han guiado y me han ayudado a tener diferente conciencia de mí mismo y de mis circunstancias. Ahora estoy aprendiendo a vivir de otra manera, a controlarme y a medir consecuencias que pueden tener mis actos, mejorando mis relaciones personales con los demás.

En estos momentos tengo otra visión de mí mismo y de mis circunstancias. Siento alivio al poder comprenderme y sobre todo, soy capaz de perdonarme.

 

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