¿Por qué lo llamamos memoria, cuando queremos decir atención? Alteraciones atencionales

Para mejorar las alteraciones atencionales será necesario estructurar un entrenamiento específico que estará basado en los resultados de la valoración neuropsicológica

Las alteraciones atencionales constituyen, junto a los déficits de memoria y a los del funcionamiento ejecutivo, las alteraciones cognitivas más comunes tras un traumatismo craneoencefálico.

ALTERACIONES ATENCIONALES MÁS FRECUENTES

Una vez el paciente ha recuperado el nivel de alerta, los problemas atencionales más frecuentes son:

  • la dificultad para sostener la atención,
  • el incremento de los tiempos de reacción,
  • la mayor tendencia a la distracción y vulnerabilidad a la interferencia,
  • la falta de persistencia en las actividades iniciadas,
  • la incapacidad para inhibir respuestas inapropiadas,
  • la limitación para simultanear varias acciones o
  • la dificultad para desplazar la atención de un acontecimiento a otro

Sin embargo, un déficit cognitivo no debe entenderse de manera aislada, puesto que en la práctica clínica lo habitual es comprobar cómo unas alteraciones interfieren directamente sobre el funcionamiento de otras, llegando a enmascar el origen real de las dificultades.

De esta manera, podemos entender por qué una persona con alteraciones de memoria importantes tendrá dificultades para resolver un problema complejo, ya que le será imposible recordar las instrucciones. Tampoco vamos a ser capaces de realizar operaciones numéricas con normalidad si como consecuencia del daño cerebral tenemos un problema severo de heminegligencia, puesto que no “veremos” los números situados a la izquierda.

En el caso de alteraciones atencionales, los problemas se multiplican puesto que constituye una función básica en la que se apoyan el resto de los procesos cognitivos, por lo que su alteración condicionará de manera muy significativa al resto de funciones cognitivas.

LA ATENCIÓN

La influencia de la atención es especialmente relevante en los procesos de la memoria. La memoria nos permite almacenar la información que adquirimos sobre el contexto para después recuperarla y utilizarla cuando la necesitemos.

Se la puede definir como la capacidad de ingresar, registrar, almacenar y recuperar la información del cerebro, bien sea de naturaleza visual o auditiva. Pero, indudablemente, para memorizar, hay que atender. Si no se atiende, no se percibe ni se graba la información.

Pensemos que la atención es la ventana a través de cual la información puede llegar a registrarse en la memoria. De ahí que en muchas ocasiones atribuyamos a la memoria unas dificultades que tienen una base atencional.

¿Cuántas veces nos presentamos en la cocina y una vez allí no recordamos lo que pretendíamos hacer? ¿Cuántas veces no somos capaces de recordar una conversación que transcurría mientras estábamos ocupados en algo más? Estos son algunos ejemplos cotidianos de situaciones que relacionamos con pérdidas de memoria, cuando lo habitual es que se trate de una simple falta de atención.

En los pacientes con daño cerebral, es la valoración neuropsicológica la que determinará la naturaleza real de estos “despistes” que, en su grado más severo, pueden llegar a afectar la funcionalidad diaria. Si la valoración estima que las quejas acerca de la memoria se están confundiendo con déficits atencionales, es necesario informar al paciente para que tome las medidas oportunas, ya que, de igual forma que las alteraciones atencionales influyen en las demás capacidades cognitivas, su posible mejoría facilitará el rendimiento en el resto de procesos.

ESTRATEGIAS PARA MEJORAR LAS ALTERACIONES ATENCIONALES

Para mejorar las alteraciones atencionales será necesario estructurar un entrenamiento específico que estará basado en los resultados de la valoración neuropsicológica. Además, el empleo de autoinstrucciones, la implementación de rutinas, la modificación del entorno reduciendo los distractores para favorecer un buen rendimiento atencional, la selección del contexto más apropiado de acuerdo a las necesidades de cada paciente (ej. elegiremos pequeñas tiendas en lugar de grandes centros comerciales en nuestras compras), la introducción de numerosos descansos y la utilización de ayudas externas (agendas, listas, alarmas, etc) para compensar las dificultades, son algunas de las estrategias que, adaptadas a cada caso en concreto, nos pueden ayudar a mejorar nuestra atención, nuestra autonomía y, consecuentemente, nuestra calidad de vida.

Por lo tanto, la próxima vez que llegues al supermercado y no recuerdes lo que tenías que comprar…. piensa ¿estaba realmente atento cuando me han enumerado la lista de la compra?

 

Bibliografía: Ríos-Lago M, Muñoz-Céspedes JM, Paúl-Lapedriza N. Alteraciones de la atención tras daño cerebral traumático: evaluación y rehabilitación. Rev Neurol 2007; 44 (5):291-297

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