El asiento pélvico es un sistema de adaptación para obtener una sedestación funcional. Está confeccionado por un fisioterapeuta y/o un terapeuta ocupacional y se usa el cuerpo del niño como molde.
Se emplea con el fin de obtener una buena postura mientras permanece sentado y que puedan manipular en dicha posición o por lo menos frenar deformidades. Dicho sistema permite además, mantener una simetría de la pelvis, dar estabilidad para AVD, trabajar el equilibrio…
Confección
Se pone al niño decúbito prono, sin ropa (solo pañal). Se mide el ángulo del fémur con el tronco y se valora como se quiere realizar, pasivo o activo. La piel del niño debe estar protegida con un material semiacolchado, evitando así que el asiento quede muy ceñido al cuerpo ( debemos pensar que posteriormente va a usarlo con ropa).
Las bandas de yeso se mojan y se van colocando desde la cintura, pelvis y entrepiernas, separando o aproximando las piernas dependiendo del niño.
Suelen usarse de 6 a 8 capas de yeso en el momento de la elaboración con el niño colocado. Luego se refuerza por la cara externa para asegurar la estabilidad.
Se retira del niño en cuanto empieza a secarse. Tener en cuenta que hay que pulir y alisar por dentro para buscar el máximo confort.
Si el niño presenta asimetrías se quedarán reflejadas en el asiento, para contrarrestar esto se pueden añadir unas capas para corregir dicha deformidad. Además se puede forrar por dentro de material blando para niños con espina bífida o alteraciones sensitivas.
Tipos
Existen dos tipos diferentes de asientos;
– activos: el ángulo de la cadera se deja a 90- 95º
– pasivos: el ángulo de la cadera de hace a 100-120º
Los activos se indican para niños con falta de equilibrio o con aquellos que tienen la posibilidad de aprender a equilibrarse por sí solos.
Los pasivos están pensados para niños que no son capaces de mantener la cabeza y el tronco, no pueden hacer actividades manipulativas o por posiciones que adoptan se prevé que desarrollen deformidades.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que se pueden combinar ambos a lo largo de un día, con el fin de que pueda trabajar el equilibrio en determinados momentos y en otros por el contrario descansar en una buena posición. O bien empezar por uno pasivo y conforme evoluciona en su recuperación pasar a uno activo.
Dicho asiento tiene una durabilidad de 6 meses, aunque esto varia dependiendo del crecimiento y las necesidades del niño.
También es importante saber que se puede acoplar al coche de paseo, o adaptar al mobiliario escolar o en casa.
Criterios de elección
– Niños a partir de 10-12 meses que no han adquirido el control de cabeza y tronco.
– Asimetrías en el tono muscular
– Presencia de posiciones patológicas; Distonías, atáxicos…
– Dispasia de cadera
– Escoliosis
En conclusión, el asiento es un complemento más de la terapia específica y contribuye a mejorar la postura en sedestación con el fin de mejorar la interacción con el entorno.
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