El cerebro humano es el sistema natural más complejo del universo, es el responsable de nuestros actos y comportamientos y, como no, de la idoneidad de los mismos. Igual que una empresa, un gran ejército o una gran orquesta, necesita un director o un general que dirija a sus distintos componentes. Este director son los lóbulos frontales, y en concreto, su corteza prefrontal. De forma contradictoria, estos lóbulos frontales fueron los últimos en llegar, si atendemos a cómo ha evolucionado nuestro cerebro, pero, a pesar de ello, en esta corteza prefrontal reside la capacidad que tenemos los humanos de preveer, planificar y decidir.
Esta capacidad la ponemos en práctica todos los días, desde cuando nos levantamos por la mañana y pensamos en qué ropa podemos ponernos, a cuando decidimos sobre qué colegio es el mejor para nuestros hijos o si puedo o no desarrollar un trabajo. Es decir, nuestra corteza prefrontal trata constantemente de reducir la incertidumbre y la ambigüedad para tomar decisiones que nos permitan adaptarnos a nuestro contexto y que, además, sean acertadas.
A pesar de que es una actividad que hacemos de forma tan frecuente y aparentemente tan sencilla, requiere que seamos capaces de realizar un proceso cognitivo complejo, a través del cual, tenemos que hacer un intercambio entre las características de las situaciones que nos plantean la duda y nuestras aspiraciones, prioridades e historias. Es decir, tenemos que reducir la ambigüedad, tenemos que tomar decisiones adaptativas y centradas en la persona y » en lo que es bueno para mí».
Pero, ¿cómo es este proceso en una persona con daño cerebral?
Tratemos de entenderlo con los ejemplos anteriores, ¿cómo decido yo qué ropa ponerme si no sé bien en qué día me encuentro?, o ¿cómo decido yo el mejor colegio para mis hijos si mis problemas de memoria no me permiten poder tener en mente las características de unos y otros? o ¿cómo concluyo yo que puedo realizar un trabajo concreto si no soy consciente de mis secuelas cognitivas? En otras palabras, poder decidir de forma adaptativa implica que los lóbulos frontales sólo pueden ejercer su labor de forma eficaz si cuentan con el apoyo de todos sus componentes, es decir, una orquesta sólo interpretará su obra bien si todos sus miembros la interpretan adecuadamente.
Así, el día a día de las personas con daño cerebral está lleno de decisiones que tomar a las que se enfrentan con muchas de sus capacidades limitadas, lo que provoca que muchas de sus intenciones y decisiones no sean adaptativas y no se ajusten a lo que realmente necesitan, de ahí la importancia de la rehabilitación cognitiva y de la rehabilitación de la conciencia de los déficits en nuestros servicios de neurorehabilitación.
Por una lado, necesitamos que cada componente de nuestra orquesta interprete lo más adecuadamente su papel para que el director dirija y muestre al público una buena interpretación de la obra, es decir, necesitamos reforzar nuestros procesos atencionales, mnésicos, ejecutivos etc. Para que los procesos de toma de decisiones sean adecuados y, además, el director debe decidir qué obra propone a sus músicos para que estos puedan enfrentarse al reto de interpretarlas, es decir, tenemos que ser conscientes de cuáles son mis limitaciones y si soy o no capaz de hacer esto o aquello.
Retomando la metáfora inicial del ejército, una lesión del líder afectará al desempeño de la unidades en el campo de batalla y, viceversa, las funciones del líder se verán perturbadas si se lesionan las vías de comunicación entre el frente y el líder. Es decir, el daño en los lóbulos frontales produce amplios efectos que se extienden por todo el cerebro y, al mismo tiempo, el daño en cualquier otra parte del cerebro desencadena efectos que interfieren en la función de los lóbulos frontales.
Por todo ello, entender que el líder de nuestro comportamiento, nuestro cerebro, y por ende sus lóbulos frontales, sufren después de un daño cerebral, y que sus heridas repercuten en cómo sus afectados, sienten, viven e interpretan el mundo en el que viven es un principio fundamental que todos los equipos de Neurorrehablitación tienen que tener presentes para poder desarrollar su labor de forma adecuada.
Por ello, se organizan y engranan en los tratamientos propuestos a los pacientes sesiones de rehabilitación cognitiva y de la conciencia de los déficits, entre otros, para tratar de acercar al paciente lo máximo posible al entendimiento de su situación y, a su vez, para dotarle de herramientas cognitivas que le permitan resolver y decidir en su vida cotidiana de la forma más ajustada posible, a pesar de que, en muchas ocasiones, las heridas del líder son tan graves que el trabajo fundamental reside en la familia del paciente, a la que se debe informar y dotar de consejos que les permitan facilitarle el día a día.
Si quieres más información sobre rehabilitación cognitiva y de la conciencia, no dudes en contactar con cualquiera de nuestros centros de daño cerebral.
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