Para conmemorar el 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, le hemos pedido a un ex-paciente que ha vuelto a trabajar tras su Ictus, que nos cuente cuál fue su experiencia de reinserción laboral. Ésta es la vivencia en primera persona de Llorenç Martínez:
Desde que estoy trabajando como periodista en el Departamento de Comunicación de VITHAS siempre me dicen: “Pero bueno, al fin de cuentas, no estabas tan enfermo como lo pintas”. Permitidme que discrepe: en el año 2008, justo el día de la fiesta de Reyes, me desplomé en el acto, inconsciente y lleno de incertidumbre al ver que me estaba muriendo porque, sin pausa, una inmensa cantidad de células se marchitaba para no volver jamás. En mi cerebro explotó una pequeñísima vena cuya sangre se expandió por completo. Por suerte, los médicos me salvaron la vida en el Hospital de la Ribera, en Alzira, me operaron y a esperar. Por fin, a las tres semanas, me desperté del coma sin ser consciente de la situación que yo vivía en ese preciso instante, en medio de sueños tanto irreales como verdaderos. Era el mismo de siempre, pero nada sería igual a partir de entonces.
Quizás no sabréis que mis padres me destinaron al Hospital VITHAS Aguas Vivas, cerca de la pedanía de la Barraca de Aigües Vives, entre Alzira y Carcaixent, situado en pleno corazón de las sierras de la Murta y la Casella. Aire puro para enfrentarme a una situación complicada. Durante ese mismo marzo, al principio de mi rehabilitación, no hablaba, no leía y no escribía ni una simple palabra, además de encontrarme cognitivamente desubicado y mi cuerpo derecho paralizado por completo. Sin embargo, en pleno desánimo emocional, en la práctica, reaccioné a tiempo porque la familia, los amigos y luego muchos periodistas que me visitaron creyeron en mí para que me pusiera bien: todos, absolutamente todos, me ayudaron en tiempos difíciles al ver que había una posibilidad de recuperar la escritura y la lectura, que se habían disipado por el camino después del ictus.
¿Qué metas me planteé como objetivos en ese momento? Sobre todo recuperar mi capacidad de comunicación, con la ayuda de los profesionales del Hospital VITHAS Aguas Vivas, que me ordenaron un plano a seguir en las áreas afectadas por medio de la fisioterapia, la terapia cognitiva y ocupacional y mi logopedia. Aunque no todos los avances que tuve iban a la carrera, por ejemplo, con el habla y la escritura me costaba de arrancar; sin embargo, sí que me emocioné mucho cuando en agosto empecé con un trípode hasta que me vieron capaz de caminar sin silla de ruedas, y al cabo de un mes empecé con la piscina para avanzar más. Para mí supuso un triunfo especial, y desde entonces me fijé por objetivo fundamental practicar gimnasia –estiramientos y machacar brazos y pierna derechas a diario-, y continúo haciéndolo día tras día.
Por aquel entonces, ya 2009, empecé a soltar lastre para hilvanar unas frases, aunque incompletas, porque la falta de orden en las frases dificultaba mi correcta comprensión del lenguaje. Por suerte, durante mi aprendizaje inicial, me recomendaron los logopedas y terapeutas cognitivos un diario para ordenar mis neuronas. Al principio, como es natural, me costaba mucho en mi situación, aunque los logopedas me programaron con acierto unos libros recomendados para ver si entendía lo que ponía sobre el papel. Mis primeros pasos eran minúsculos a la hora de comprender qué ponía realmente, porque incluso veía muy mal mi campo óptico se había reducido a la mitad, al segundo preferí libros de tebeos o cómics, al tercero me sumergí hasta conseguir metas más altas, novelas o incluso ahora mismo textos de antropología, puesto que estudié en el pasado la carrera, aunque no acabé ni siquiera el primer curso.
En aquella época me vinieron muy bien las dos máquinas de precisión muy avanzadas para Hospitales VITHAS: el Lokomat -un robot que rehabilita la marcha de los pacientes y con el que aprenden de nuevo a caminar en las instalaciones del Hospital VITHAS Aguas Vivas- en verano de 2008 y poco después, en primavera, mi padre y yo nos acercábamos desde el Hospital VITHAS Valencia al Mar, en pleno barrio marítimo de la Malva-rosa, para conseguir firmeza en mi brazo y mano derecha con una máquina robótica, Armeo, y un ordenador con el que consigues con precisión resultados visibles.
En 2010 empecé muy poco a poco a redactar noticias; primero, copiando descaradamente otras ya escritas, para cambiarlo o trastocarlo a modo de mi visión anterior al socaire de mi condición de periodista. Después, en verano, una amiga redactora que trabajaba en Levante-EMV me envió diversas notas de prensa de los ayuntamientos o de la Generalitat Valenciana y en agosto fui dos semanas a El País para sumergirme en el ambiente de la redacción en Valencia. A igual que me costaba mucho alcanzar a comprender todas las noticias –se trataba simplemente de copiar un texto y pegarlo a la web, actividad para nada difícil- me supuso un estímulo añadido, al ver que los compañeros me acogieron enseguida y me ayudaron a sentirme útil al fin y al cabo.
Poco después en 2011, tuve la suerte de acceder al primer reto serio de mi carrera profesional tras sufrir el ictus: un reportaje que elaboré a partir de dos profesionales del ayuntamiento y de la Generalitat Valenciana para que me explicaran lo que hacían en el departamento de la violencia de género. Pero todo cambió radicalmente cuando, aquella soleada mañana de marzo, estando mis padres a mi lado, porque en Aguas Vivas nos dijeron que asistiéramos los tres, Natàlia Linares, responsable del Departamento de Comunicación de Hospitales VITHAS, me estaba proponiendo si quería trabajar con ella. La reacción que tuve, naturalmente, fue de inmensa alegría y continúo dándole las gracias por su ayuda, ya que me proporciona una nueva percepción de las cosas. En efecto, analizando mi rol de discapacitado con contrato, me encuentro en una situación aceptable en una época de crisis, precariedad laboral y cifra del paro en aumento. Merece todo mi reconocimiento el hecho de que confíen en mí. Por cierto, animo a los pacientes a conseguir un trabajo desde la discapacidad después del daño cerebral. Lo sé, ahora es difícil buscar alguna alternativa, pero hay distintas empresas –públicas o privadas- que en teoría buscan a un minusválido que perfectamente pueda asumir algún rol específico.
Por si queréis ver mis reportajes o entrevistas tengo una sección que se titula La mirada de Llorenç dentro de la revista de Hospitales VITHAS, y más o menos me acerco a contar las historias de los enfermos y ex pacientes que han sufrido daño cerebral –ictus, accidente de tráfico, etc. Ahora mismo, estoy aprendiendo a colgar todas las revistas de VITHAS Informa en formato web para que los lectores puedan acceder a Internet. Si mal no recuerdo empecé a vislumbrar una luz tenue a partir de mis esfuerzos por conseguir acceder a las páginas web.
Si me preguntáis qué interesa más para profundizar en el avance de logopedia o terapia cognitiva -amén de los profesionales que me enseñaron mucho- os diré que me apunté enseguida a abrazar las nuevas tecnologías, precisamente para empezar a escribir correos electrónicos o por medio de las redes sociales, léase Facebook o Twitter, y me sirvió y me sirve día tras día para trazar mi puesta a punto para reorganizar mis neuronas.
Antes que se me olvide: tenemos a principios de mayo la fiesta –para mí es una fiesta, con mayúsculas- de la Volta a Peu de Valencia. Todos pacientes, ex enfermos, familiares, rehabilitados o incluso directivos se enfundan las zapatillas de deporte, ataviados con una camiseta que reza Poquet a Poquet – diseñada por los pacientes, por cierto- para alcanzar metas pausibles, por el espíritu de superación personal. Allí forjé entre el Hospital VITHAS Aguas Vivas y, de vez en cuando, el Hospital VITHAS Valencia al Mar, multitud de amigos que perdurarán para siempre, visitándolos, por teléfono o por las redes sociales. Aprendí muchas cosas de las enseñanzas de unos y otros, jubilados o jóvenes, y el apoyo moral que me insuflaban en estos años.
Me viene a la memoria que en el Hospital VITHAS Aguas Vivas tocaban instrumentos musicales por lo menos dos amigos pacientes, uno de la Pobla Llarga y un profesor de facultad -por supuesto antes de su ictus-, uno la batería, otro la guitarra española, y un tercero, fisioterapeuta, que tocaba con un conjunto de rock, más concretamente el género del black metal. Pues bien, a veces comentábamos de paso discos, canciones con pasión de grandes aficionados. Yo mismo antes era bajista con el grupo Inòpia –rock y unas pinceladas de metal alternativo- y sacamos dos discos, lo cual representa un orgullo colectivo después de estos años para el grupo. Sin embargo, ya en pleno proceso de rehabilitación, con mi brazo derecho muy espástico y mi cognición limitada, se disolvió porque el guitarrista había encontrado trabajo en Mallorca. Pero a principios de noviembre de 2012, a punto de concluir mi rehabilitación del Hospital VITHAS Aguas Vivas, el cantante y un amigo me sugirieron que ensayara para enseñarme otra vez desde el principio. Ahora es difícil, porque tengo limitada la movilidad del brazo y los dedos, pero supongo que irá a mejor.
Pero no todo es de color de rosa. A parte de la mano y brazo derecho, mi pie sigue medio estático, ya que se eleva muy poco, y entonces me frustro con frecuencia. Llevo una férula que me sujeta el pie. Es lo que hay, pero reconozco que anteriormente iba en silla de ruedas. Por otra parte, mis progresos del habla son plausibles, pero es muy lento y desesperante –desde entablar una conversación perfectamente comprensible hasta el hecho de encontrar una mujer con la que empezar una relación satisfactoria. Otro problema añadido es que me recetaron una pastilla contra la epilepsia, y lamentablemente, no puedo tomar alcohol desde entonces, con lo cual me suelo encontrar desubicado cuando mis amigos se ponen a beber en cenas o comidas. Mi ilusión sería poder tomar alguna que otra bebida alcohólica, no la graduación más alta, pero una cerveza o incluso vino sí que me apetecería de vez en cuando, pero no es realmente importante ahora mismo.
Quedan por conseguir muchas promesas atractivas: dominar el inglés, que apenas recuerdo vagamente; ver si soy capaz de conducir, pero lo dudo mucho a causa de la falta de visión del ojo derecho; o algún día vivir en mi propia casa. En mi corazón estoy feliz por las metas que he conseguido: nada menos que la libertad.