En el proceso rehabilitador de la disfagia, la correcta ingesta de las consistencias mixtas suele ser el último paso para la completa rehabilitación y, en muchos casos, este paso no es posible darlo.
Empecemos concretando que cuando hablamos de consistencias mixtas nos referimos a todos aquellos alimentos que combinan sólido y líquido, como por ejemplo la sopa de fideos, la leche con cereales, la fruta muy jugosa etc.
Pero, ¿cuál es la causa de que estas consistencias sean tan complicadas de rehabilitar?
Para poder comprenderlo, debemos explicar brevemente algo sobre la deglución de sólidos y líquidos. La diferencia fundamental y obvia entre la deglución de sólidos y líquidos es, por supuesto, que para la ingesta de sólidos precisamos de la masticación y para la de líquidos no y esto implica un proceso de ingesta completamente diferente.
Cuando bebemos líquidos, durante el espacio de tiempo en el que el bolo permanece en la boca, justo antes de tragar, la parte posterior de la lengua está en contacto con el velo del paladar evitando que el líquido decante hacia atrás, es decir, este sellado palatogloso, evita que el líquido entre de forma descontrolada en la orofaringe antes de que se active el reflejo deglutorio.
Por el contrario, cuando comemos alimentos sólidos, este sellado palatogloso no se produce ya que la mandíbula está en continuo movimiento y la lengua se encarga de mover y controlar el bolo sólido. La ausencia del sellado palatogloso durante la masticación no entraña riesgos ya que los alimentos sólidos no suelen decantar o “caer” con riesgo hacia la orofaringe pues su consistencia masticada es mucho más espesa que los líquidos.
Es aquí donde aparecen los problemas con las consistencias mixtas. Como hemos dicho antes, las consistencias mixtas incluyen alimentos sólidos y líquidos, esto implica que, al mismo tiempo que masticamos el bolo sólido y, por lo tanto, la lengua no realiza el sellado con el paladar, debemos controlar el líquido del alimento. Generalmente, en una persona sana, si parte del líquido decanta hacia la orofaringe, automáticamente se activa el reflejo deglutorio y se evita el atragantamiento. No ocurre esto en muchos pacientes con disfagia, ya sea grave o leve. El simple hecho de que el paciente sufra una leve reducción de la sensibilidad en la orofaringe implica un leve o grave retraso en la activación del reflejo deglutorio y esta falta de sensibilidad es la causa más común de la disfagia para consistencias mixtas. Por esto, estas consistencias suelen ser las últimas en ser incluidas en las dietas de pacientes con disfagia.
Finalmente, añadir que, además de la falta de sensibilidad, las alteraciones de la coordinación motora y la falta de fuerza o agilidad de la movilidad orofacial, entre otros déficits, dificultan todavía más este proceso.
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