Mi nombre es Lola y me gustaría, en unas pocas líneas, contar mi historia con el Daño Cerebral Adquirido (DCA).
El Domingo 3 de Diciembre de 2018, después de comer, sentí un gran dolor de cabeza y me acosté. Cuando me desperté, supe que me había dado un ataque epiléptico que duró 15 minutos. Mi hija de 8 años intentó despertarme y avisó a mi marido. Después de esto, ella estuvo mucho tiempo con miedo de que durmiera y me pasara algo malo.
Estuve 12 días ingresada, me hicieron pruebas y me dijeron que tenía una malformación arteriovenosa en la parte izquierda de la cabeza (que es algo así como una maraña de venas desordenada). Ya entonces, cuando tenía dos años, me dieron dos ataques epilépticos, pero el diagnostico fue crisis por estados febriles. Estuve en tratamiento para la epilepsia hasta los 12 años y después acudí al neurólogo hasta los 18, sin tener ningún ataque más.
Me operaron el 3 de Marzo de 2020 y me dieron el alta el 13 Marzo, día en el que comenzó la inesperada pandemia mundial. La operación salió bien, pero la situación de confinamiento no ayudó a la recuperación de las secuelas producidas por el Daño Cerebral Adquirido.
En Agosto de 2020, comenzaba lo que sin saberlo sería mi salvación. El neurólogo me informaba que autorizaba tratamiento en el centro de neurorrehabilitación de IRENEA en Elche, donde me dieron diferentes terapias.
Logopedia, para trabajar la paresia facial y la disfagia, ya que me ocasionaba problemas para hablar y para comer con seguridad.
Neuropsicología y terapia cognitiva de la mano con terapia ocupacional, ya que estaba muy triste, como dormida, sin ganas de hacer nada; tenía problemas atencionales que me hacían cometer errores al hacer varias cosa a la vez, me distraía y tenía muchos olvidos.
No podía llevar una vida normal. Me han ayudado a tener una mayor autonomía, organizarme y planificarme para el día a día.
Ahora, después de dos años, llega el momento de despedirme. He mejorado mucho y siento que las secuelas que tengo son mínimas, aunque siempre tengo presente mi daño cerebral y las estrategias que compensan mis dificultades. Sé que tengo que seguir adelante, porque me siento bien, porque sé que puedo hacerlo.
GRACIAS, a las maravillosas personas que me han cuidado en el centro a pesar del coronavirus; siempre estaréis en mi memoria y en mi corazón. Gracias por ayudarme tanto y tan bien.
Paciente
Dolores C. S. (47 años)