El accidente cerebrovascular es un trastorno brusco de la circulación cerebral que altera de forma transitoria o permanente la función de una determinada región del encéfalo, originando una serie de síntomas variables en función del área cerebral afectada. También se le conoce como ictus, embolia, trombosis, apoplejía, derrame cerebral y hemorragia cerebral, entre otras.
Puede deberse a una reducción brusca del flujo sanguíneo por un taponamiento (ictus isquémico) o a una ruptura de la pared de un vaso sanguíneo (ictus hemorrágico), dejando en ambos casos una parte del cerebro sin el flujo de sangre necesario. Como consecuencia de ello las células nerviosas del área del cerebro afectada no reciben oxígeno ni nutrientes, dejan de funcionar y mueren rápidamente, quedando afectadas funciones orgánicas como el habla, el movimiento, la vista, la memoria, etc.
Las enfermedades cerebro-vasculares han aumentado en los últimos años debido al envejecimiento de la población y a factores de riesgo que guardan relación con el estilo de vida. El ictus es el responsable de del 9% de las muertes a nivel mundial y es la 2ª causa de muerte tras la cardiopatía isquémica. En un estudio publicado en el 2009 en la revista STROKE, por el Registro Europeo de Investigadores en Ictus (European Registers of Stroke Investigators, EROS), se establece una incidencia anual en la población europea que oscila entre 164.2-398 por 100.000 habitantes, generando en un 44% de los casos una discapacidad severa-moderada. Esta patología requiere de un rehabilitación multidisciplinar en centros especializados.
Según la naturaleza de la lesión cerebral, distinguimos dos tipos de ictus en función de su mecanismo de producción: isquémicos y hemorrágicos.
ACCIDENTE CEREBROVASCULAR ISQUÉMICO:
Son los más frecuentes y se producen cuando un vaso sanguíneo que lleva sangre al cerebro es taponado por un coágulo u otra partícula. Debido a este bloqueo, parte del cerebro se ve privada del flujo de sangre que necesita y las células nerviosas (neuronas) quedan sin oxigeno y mueren transcurridos unos minutos.
Este problema se suele producir por el desarrollo de depósitos de grasa en los muros del vaso, lo que se denomina ateroesclerosis. Los depósitos de grasa provocan dos tipos de obstrucciones:
- Trombosis: El responsable es un coágulo que se desarrolla en el mismo vaso sanguíneo cerebral.
- Embolia: El coágulo se desarrolla en otra parte del cuerpo, generalmente en las grandes arterias de la parte superior del pecho y el cuello o el corazón. Una porción del coágulo se desprende y viaja por el flujo sanguíneo hasta que encuentra un vaso de menor calibre y lo bloquea.
En ocasiones puede presentarse un síndrome parecido al ictus isquémico que dura un pequeño periodo de tiempo, y se resuelve por sí solo a través de mecanismos normales, es lo que denominamos Accidente Isquémico Transitorio. Es un indicativo potente de ictus, por lo que cuando se produce, hay que tomar medidas para evitar un ataque más serio.
ACCIDENTE CEREBROVASCULAR HEMORRÁGICO:
La pared del vaso sanguíneo se rompe, permitiendo que la sangre irrumpa en el cerebro y comprima el tejido cerebral. Existen dos tipos de vasos “débiles” que provocan ictus hemorrágicos: los aneurismas y las malformaciones arterio-venosas.
- Aneurisma: es una región inflada o debilitada de un vaso sanguíneo debido a un defecto de sus propiedades (elasticidad) . Si no se trata el problema crece hasta que el vaso se rompe.
- Malformación arterio-venosa: son un grupo de vasos sanguíneos formados de manera anormal de modo que cualquiera de éstos se puede romper.
Otras causas de ictus hemorrágicos pueden ser la hipertensión arterial, los tumores o el consumo de tóxicos entre otros.
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