Sucedió en esta primavera, en plena pandemia mundial del denominado coronavirus, cuando la vida que llevaba -tal vez demasiado sobreprotectora- me dio un vuelco de ciento ochenta grados.
Durante el confinamiento, las noticias hablaban de que habían subido exponencialmente las compras por internet, debido a que la gente se quedaba recluida en su casa y muchos comercios estaban cerrados.
Acabando ya el mes de abril, mi madre sufrió un ictus isquémico –no como en mi caso, que fue hemorrágico- y durante cinco meses estuvo ingresada en distintos hospitales antes de entrar al Servicio de Neurorrehabilitación de Vithas Aguas Vivas. Mis actividades básicas de la vida diaria se reducían a la mitad del camino, porque de las más costosas se encargaba mi madre.
¿Qué pasó a partir de su accidente? Que ya no tenía a mi ángel de la guarda a mi lado, por lo que mi cerebro se activó tras estar mucho tiempo inactivo: como la mayoría compraba vía on-line, decidí hacer lo mismo para buscar algunos artículos que ni sabía que existían y que podrían solucionarme la existencia para mejorar mi bienestar.
Quizás vosotros mismos habéis encontrado un artilugio maravilloso que nosotros no conocemos aún. Yo, por mi parte, os mostraré diversos productos de apoyo –la denominación que ahora se usa para incluir a los de tercera edad, niños y personas con diversidad funcional, en sustitución de las ayudas técnicas- que no son los típicos o no tienen nada que ver con lo que encuentras en las ortopedias y, a lo mejor, os sirven de refuerzo para facilitar vuestra autonomía.
Es de justicia alabar a los profesionales de Terapia Ocupacional del Instituto de Rehabilitación Neurológica Vithas Aguas Vivas que me han ayudado a buscar y escogerlos. Sin su contribución hubiera sido mucho más gris todo lo que hemos encontrado. Además, podéis entrar a la aplicación móvil «NeuroNHB» donde veréis pautas y consejos puestas por los rehabilitadores a disposición de los pacientes, familiares y cuidadores y un apartado de productos de apoyo «Do it yourself» o «Hazlos tú mismo».
Pelador eléctrico
El primer utensilio que me compré es un pelador eléctrico que monda variedad de frutas -manzanas, peras, melocotones-, y además verduras, como las patatas, tomates o calabacines.
Con un simple botón, él mismo te pelará lo que desees porque no tienes que preocuparte de sostenerlo en la mano afectada, como yo en la derecha. Nota aclaratoria: no puedes pelar alimentos muy grandes, pero sí del tamaño medio o más pequeño.
Este producto está fabricado en China –qué raro-, y cuando estaba escudriñando ofertas por internet, me sorprendí de la cantidad de empresas que comercializan el mismo artículo y además calcado a los competidores. Otras marcas, alemanas, creo que serán mejores, lo que pasa es que valen cien euros y la que me agencié, diez. Sí, lo sé, soy un poco tacaño, y más cuando mis allegados se burlaron de mí porque me decían que el pelador no duraría mucho. Pues no señor, pela la mar de bien, exceptuando si la fruta está muy madura –sobre todo los kiwis- , entonces se «esparruchan» en un periquete.
Podría ser que lo vendieran también en las ferreterías o las tiendas asiáticas en las que puedes comprar de todo, si no te apaña obtenerlo por internet. Lo que no me percaté es que, como las instrucciones están en chino y me daba pereza mirarlo por la web, me costaba limpiar la cuchilla -que es de plástico-, hasta que reparé en que puedes retirarla para pasarle un paño húmedo.
A parte de eso, me preguntaréis si algunas personas con movilidad reducida tendrán ciertas dificultades para utilizar este modelo, ya que el sistema que usa para fijar la fruta es un poco rudimentario y cuesta manejarlo con las dos manos. Yo tengo medio cuerpo debilitado por las secuelas de un ictus y mi brazo derecho –antes el bueno, ahora el malo- me impide estirarlo con precisión, pero con sumo cuidado puedo sujetar la mano parética y, en la izquierda, poner o retirar el alimento, aunque evidentemente depende de tu situación física.
Cortaúñas eléctrico
Yo nunca me cortaba las uñas de las manos con un sistema convencional, como el clásico cortaúñas de toda la vida, simplemente porque me las mordía, además con ansia y frenesí, igual como también consumía ingentes paquetes de cigarrillos uno tras de otro.
Curiosamente, cuando tuve el accidente cerebrovascular, desapareció esa sensación que tenía de, digámoslo así, estrés, actividad frenética o lo que sea. Así que las uñas empezaron a crecer y crecer. ¿Quién me las cortaba, si por entonces mi mano y mi brazo estaban inutilizados? Por supuesto, mi madre se encargaba de ello con un cortaúñas normal.
Pasados los años, cuando ella estaba en el hospital recuperándose del trance, probé un par de veces por si podía hacerlo solo. Sin embargo, el estropicio que armé fue de padre y señor mío, es decir, muy mal. Aquello parecía como si fuera una escultura cubista, e incluso me lastimé porque traspasaba la carne viva.
Por suerte, miré por las webs por si tenían algún sistema que permitiera cortármelas sin lesionarme y, ¡oh, sorpresa! Me topé con un aparato eléctrico que básicamente se publicita para que los padres lo utilicen para los bebés, pero también sirve para los adultos.
Al principio yo estaba intranquilo por si me lo cortaba demasiado, pero visto lo visto no es tan fiero como lo pintan, puesto que no corta muy rápido –en realidad, lima la uña- y, por tanto, te fijarás si están perfectas o necesitas continuar.
Tienes dos posiciones en un solo botón: el primero es lento y el segundo, más rápido, que es el que prefiero yo. Si eres paciente y no te importa estar cortándote las uñas más minutos de lo esperado, serás recompensado por ello, apretando suavemente desde el medio y girando el contorno de la uña hasta completar tu objetivo.
Incluso lo puedes usar en las uñas de los pies si consigues alcanzarlos. Otra cosa que he notado es que me cuesta más encararlo al orificio donde juntas la mano derecha, que es la que no controlo con precisión, pero vamos, creo que es cuestión de práctica.
Soporte de libros
Que conste que no lo he comprado todavía, pero creo que a mi madre le serviría para disfrutar de la lectura, sobre todo ahora que lee en la cama. Se trata de un soporte de libros en el que no tienes que preocuparte de sostener las páginas porque usa dos enganchadores al extremo –algo parecido a un clip- que los sujetan.
Este producto, que está hecho de aluminio y pesa 680 gramos, lo suelen usar las personas que padecen de las molestas cervicales, pero también los que tienen problemas de movilidad reducida, sobre todo si les cuesta pasar o fijar las páginas. No creáis que solo sirve para leer libros en papel, puesto que vale en multitud de tareas distintas: libros digitales, tabletas táctiles, portátiles, revistas, documentos, partituras… Hasta aprender recetas mientras cocinas. Otros modelos se inclinan por la madera, más rústicos, o por los atriles, más livianos, pero sin ajustarlo a tu medida, aunque para gustos, colores.
Porta paraguas
¿Quién puede cubrir de la lluvia a una persona en silla de ruedas? La solución reside en un soporte que se ajusta a la medida del paraguas y de la silla, pues tiene dos pinzas para enganchar los extremos a ambos mangos, manteniéndolo estable para así desplazarte cómodamente de aquí para allá. Ojo: antes de comprarlo -el nombre con el que se publicita es porta paraguas universal y desmontable- tienes que comprobar el tamaño exacto de tu pedido, no sea que la medida sea más grande o más pequeño de lo que pensabas.
En concreto, son tres modelos a elegir: estándar, XL o XX, lo que no sé si otras empresas variarán de modelos. También se usa para proteger de la lluvia los carritos de bebé e incluso para los carros de golf, bicicletas, sillas de playa, sombrillas, carros de la compra, trípodes para cámaras fotográficas u otros empleos posibles, aunque cuando lo miré por internet estaba pensado más que nada en pacientes o ex pacientes que presentan movilidad reducida.
Juego de cubiertos adaptados
Se parece mucho a las correas de los típicos relojes de pulsera y de plástico que inundan las playas de veraneantes tostándose al sol, pero este utensilio no es para lucirlo en verano. Son unos juegos de cubiertos, de acero inoxidable, cuyos mangos son más ancho de lo normal, y que agarra la mano de una persona que tiene dificultades de sujeción por medio de una correa en la que puedes regulártela con unos orificios a tu gusto.
Los que presentan alguna dificultad si la muñeca o los movimientos del brazo están limitados, aquí tienen una buena opción para evitar los temblores, los espasmos, la pérdida de adherencia o la escasa movilidad de la mano afectada. Lo pueden usar tanto los pacientes que tienen Parkinson, o artritis, hasta una lesión cerebral.
Pastillero cortador
Para los que les cuesta cortar las pastillas de los medicamentos porque no pueden usar sus dos manos, existen unos pastilleros especiales en el que te ayudan a conseguir partirlo en dos trozos. Se trata de una ranura, en forma de “v” y cuya cuchilla es de acero inoxidable, que rompe fácilmente las píldoras, incluso las más pequeñas.
Lo puedes llevar donde desees, en casa, al trabajo, a la consulta o a la rehabilitación, porque el pastillero, de plástico, pequeño y manejable, es de bolsillo. Huelga decir que si consideras lioso encontrarte fuera del hogar por si las pastillas son diferentes pero similares en tamaño o color, preferirás el sistema tradicional: el pastillero de toda la vida, donde depositas las píldoras en los días y horas marcados. Por supuesto, después de que las hayas cortado con este útil separador.
Cordones elásticos
Sé lo difícil que representa anudar los cordones de los zapatos si sufres algún problema motor, como yo hace años. Entonces me sentía muy enojado porque mi mano derecha no respondía. Recuerdo que, en ocupacional, nos enseñaban a atarte las zapatillas sin recurrir a nuestros familiares, por medio de un nudo en el que la otra punta de los cordones quedaba libre para estirarla o soltarla.
Otra posibilidad que me sugieren los terapeutas es comprarte unos cordones especiales, elásticos y de silicona, que los puedes adquirir en tiendas de deporte. Lo publicitan diciendo que son para triatlón, pero sirven de apoyo a los que no logran atarlos correctamente.
Lo primero que tienes que hacer es que alguien te ayude a pasar los cordones y, a continuación, que haga dos nudos a los extremos. A partir de ahí, ya puedes calzar o descalzar a tu gusto tus zapatos sin el engorroso sistema habitual. De todas formas, ahora tienes más oportunidades de escoger modelos sin los típicos cordones al uso, donde no tienes que atarlos siquiera, son elásticos y se adaptan como un guante. Me estoy refiriendo a los denominados zapatos casual, yo tengo unos y son una maravilla.
Dispensador automático
Estos dispensadores de jabón automáticos te permiten lavarte las manos sin impedimentos para hemipléjicos u otras dolencias. Algunos restaurantes o bares lo tienen en los servicios y puedes adquirirlo para tu casa y colocarlos en el baño o en la cocina.
Se trata de un sensor infrarrojo que detecta al instante una mano o algún movimiento en el área de localización. Antes de empezar a utilizarlo, tienes que agitar con agua el jabón antes de echarlo en el receptáculo. A continuación, verás que sale una espuma que en seguida se depositará en la palma de tu mano.
Lo puedes emplear para todo tipo de líquidos, desde geles de manos o de baño, champú, loción, incluso lavavajillas, aunque no es apto para alcohol o geles hidroalcohólicos para combatir el coronavirus, puntualiza las instrucciones.
Abridor automático
Si te gusta deleitarte con productos de conservas pero te cuesta mucho esfuerzo abrirlos, aquí tienes la solución: un abridor eléctrico que te lo destapa en un periquete. Tan solo tienes que colocarlo en la parte superior de un tarro o una botella y presiona con suavidad el botón. El bote se abrirá al instante. No hace falta sujetarlo con la mano por si se cae, simplemente se girará automáticamente.
Además, es pequeño y no ocupa espacio. La pena es que no he encontrado un abrelatas eléctrico multiusos o universal para un solo producto. Son dos tipos de modelos distintos: uno que destapa botes y botellas de vidrio y otro que abre latas metálicas. La mecánica es similar, aunque diferentes entre sí.
Cortador de cocina
Esta herramienta tiene que venir a mi cocina sin falta. Como sabéis, los que tenemos movilidad reducida pudiera resultar complicado manipular alimentos con la parte afectada de nuestro cuerpo. Por eso, los terapeutas ocupacionales me enseñaron un cachivache que se presenta como cortador de cebollas (aunque prefiero llamarle cortador a secas, ya que aborrezco la cebolla; es superior a mis fuerzas).
Este utensilio, de acero inoxidable, se parece mucho a un tenedor, aunque tiene muchas más puntas de lo normal. El mango es de plástico y es grande para que lo manejes bien con las dos manos (una para sujetarlo y otra para cortarlo con el cuchillo).
Y lo bueno es que, si tú no puedes partir la verdura o la fruta porque tienes el brazo dañado a causa del daño cerebral u otras causas, este cortador te permite clavarlo por las puntas afiladas con una tabla de madera y él mismo te lo sujetará sin dañar tu mano.