La espasticidad es un fenómeno clínico que ocurre como consecuencia de la lesión de determinadas vías nerviosas a nivel del sistema nervioso central (cerebro o médula espinal). Se manifiesta como un aumento del tono o de la resistencia al movimiento dependiente de la velocidad que presenta un músculo o grupo muscular. Ya comentamos que la espasticidad puede tener efectos deletéreos que merman la calidad de vida y la funcionalidad de las personas afectadas.
Entre el arsenal terapéutico para el abordaje de la espasticidad, la infiltración intramuscular de toxina botulínica ocupa un lugar destacado. La toxina botulínica es una potente neurotoxina producida por la bacteria Clostridium Botulinum. Es la responsable de la enfermedad denominada botulismo, que puede aparecer si la neurotoxina se ingiere, inhala o accede a la vía intravenosa en dosis y forma inadecuadas. La toxina botulínica resulta útil en el tratamiento de la espasticidad por la capacidad que tiene de debilitar específicamente los músculos infiltrados. Provoca una denervación química reversible al impedir que se liberen las vesículas de acetilcolina en las uniones neuromusculares de los músculos afectados. Su efecto tarda generalmente entre 1-5 días en aparecer, y dura de tres a seis meses.
Actualmente se considera un tratamiento de primera línea en el abordaje de la espasticidad, sobre todo de origen cerebral. Ofrece la ventaja de que carece de los efectos secundarios sistémicos de los fármacos orales, como son la somnolencia excesiva o la debilidad muscular generalizada. Permite ofrecer un tratamiento local, específicamente dirigido a los grupos musculares más implicados. En función de las dosis empleadas y los músculos infiltrados, se puede tratar la espasticidad de miembros con parálisis prácticamente completas, o de miembros que conservan algo de movilidad.
Es decir, podemos intentar mejorar el cuidado, posicionamiento y dolor de miembros con deformidades espásticas sin capacidad de movimiento activo; o facilitar, corregir y reorientar movimientos entorpecidos en parte por la espasticidad. Al disminuir la espasticidad durante un tiempo determinado, puede ofrecer una “ventana terapeutica” que permita aplicar determinadas terapias que faciliten la rehabilitación de algunos movimientos.
Cabe incidir no obstante en que el efecto directo de la toxina botulínica es disminuir la espasticidad, no aumentar la fuerza de los músculos. Algunas alteraciones espásticas específicas que habitualmente se tratan con toxina botulínica son el pie equino-varo, la mano en garra, la adducción de las piernas “en tijera”, o el flexo de codo o rodilla. La toxina botulínica se emplea también para tratar otros síntomas que no son la espasticidad. En los pacientes con daño cerebral, entre estos usos destacamos su empleo como analgésico, y su uso para el tratamiento de la salivación excesiva o sialorrea.
Si bien se considera un fármaco útil y seguro, cómo cualquier otro fármaco puede tener reacciones adversas en general (dolor en punto de inyección, reacción alérgica, cuadro pseudo-gripal…) y derivadas de la técnica y el lugar de la infiltración (debilidad de músculos no deseados…). Para que haga el efecto adecuado, además de la dosis, es muy importante la selección adecuada de los músculos diana y su localización precisa. Para ello se dispone de distintos métodos, que incluyen la localización anatómica mediante referencias, la ecografía muscular, o la electromiografía. Por lo tanto es muy importante que la indicación funcional, la selección de los músculos y la administración sea la adecuada. Se recomienda siempre la administración de la toxina botulínica por parte de un profesional médico con formación específica y experiencia en su uso.
Es importante señalar que la eficacia de la toxina botulínica va a depender también de que la infiltración sea seguida de un tratamiento físico intensivo y específico. Debe incluir el tratamiento postural adecuado, así como programas de ejercicios personalizados y lo más funcionales posibles. Sin un adecuado abordaje desde las áreas de fisioterapia y terapia ocupacional, el efecto de la toxina botulínica va a ser mucho menor. La toxina botulínica puede resultar insuficiente en caso de espasticidad severa y muy generalizada, por lo que en estos casos se usa asociada al tratamiento farmacológico oral, al tratamiento intratecal mediante bombas de infusión a veces, y siempre asociado al tratamiento físico y postural. Por lo tanto, la toxina botulínica es una herramienta que puede ser muy útil y eficaz en el tratamiento de la espasticidad, siempre en el contexto de un abordaje global y multidisciplinar de los pacientes.
Si necesitas más información sobre la toxina botulínica o sobre cualquier otra aspecto del tratamiento de la espasticidad en pacientes con daño cerebral, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.