Participantes en el V Concurso de Microcuentos Navideños de los Hospitales Vithas

El Concurso de Microcuentos Navideños de los Hospitales Vithas ha contado un año más con un gran número de relatos. Te invitamos en este post a leerlos todos y compartir el talento de sus creadores. También puedes leer los ganadores aquí.

Relatos del V Concurso de Microcuentos Navideños de los Hospitales Vithas

Relato de Amadeo Valls

Erase una vez una familia que vivía en un pueblo de la serranía, compuesta por hijos, 9 y 8 años. El menor era laborioso, obediente y respetuoso con sus padres, el mayor solo con su padre. Su padre era leñador y una noche llegó exhausto de su trabajo y la madre le contó lo que hacía. El padre, no le pegó y riñó. Llegó la Navidad y el padre cortó un abeto, lo adornó y puso los regalos para el Papá Noel. Llegó la Noche Buena y se abrieron. Cuando el mayor lo abrió se llevó una sorpresa. Era un hacha mediana y le dijo a su padre:

-Papá ¿por qué esto?

Su padre dijo:

-Trabajo, respeto, labor y obediencia.

El niño lo comprendió y dijo:

-Papá, lo mismo que hago contigo lo haré con la mamá y todas las personas que hable y conviva.

El día de reyes, los regalos fueron igual para los dos. Pasaron unas felices fiestas, y el niño cumplió siempre su promesa, pensando siempre en lo duro que es el oficio de leñador.

«A pesar de todo» de Ángela Navarro

Mario llegaba con las cajas de manualidades para hacer las actividades navideñas mientras explicaba en qué consistían. Ella estaba tranquila en aquella sala de la clínica, la cocina. “Podéis hacer botas de Papá Noel, arbolitos de Navidad… y aquí tenéis los materiales” decía el terapeuta mientras Ella ponía de nuevo el automático, corroborando el último diagnóstico del neurólogo, déficit de atención. Le ocurría a menudo desde aquel horrible día.

Se fijó en una cesta con rollos de un material rugoso con colores brillantes, rojo, verde, plata. Al lado vio cajas de plástico transparente con departamentos llenos de abalorios y adornos. Había cascabeles brillantes de color rojo que parecía que empezaban a derretirse y le recordaba los relojes del cuadro de Dalí. Al lado vio una caja con cintas, puntillas y fieltros.

Súbitamente, notó como una euforia se apoderaba de Ella y la recorría en forma de extraño escalofrío que sintió incluso en las partes no sensibles de su cuerpo, entonces supo que aquella Navidad sería como las anteriores, lo esencial subsistiría, y tuvo la convicción de que el anhelo de amor y el ansía de felicidad por los suyos seguiría acompañándola también ese año, a pesar de todo.

«El palacio de cristal» de Juana Rodríguez

Había una vez, un Palacio de Cristal, en un pequeño pueblo, de una gran ciudad, iluminado por la gran luz del Portal.

Los habitantes de palacio eran muy especiales y todos tenían en común daños cerebrales.

Los familiares, como verdaderos pastores y con alegría, están a su lado con la esperanza de que mejoren cada día.

El personal de palacio, como el Ángel Gabriel, todos vestidos de blanco van con ellos trabajando con mucha fe.

Entre los habitantes un escritor. Su esposa caminando junto a él, siendo sus ojos sus manos y sus pies. Lo mira y no lo ve, no es igual, no es el mismo, ¿Qué puedo hacer?

La Virgen María le habla desde el Portal: “No mires la enfermedad, mírale a él y lo verás, es tu esposo que ha tenido que luchar, en una gran batalla, venciendo a la muerte en la oscuridad, como todos los habitantes del Palacio de Cristal”.

Los familiares de Palacio tenemos que comprender que nuestros seres queridos han vuelto a nacer y tienen que volver aprender.

Demos gracias al Niño Jesús en esta Navidad, ellos están aquí, los podemos besar y abrazar, que nos de la luz necesaria para juntos caminar.

«La Navidad de Fulgencio» de Julián Roas

¡Vaya Navidad me espera! Nada menos que cena familiar en mi casa.
Bueno, así puedes estar con los tuyos.
¿Con los míos dices? Tengo que cenar con mi cuñado y mi cuñada, que son para echarles de comer aparte. Y encima, tengo que cenar ¡con mi suegra!
Piensa que no todos los días del año estas con ellos. La cena de Nochebuena es una bendición.
¿Bendición dices? ¡Una maldición! Aguantar a mis cuñados, con sus aires de superioridad, y a mi suegra, recriminándome cualquier cosa que haga…
¿Sabes qué, Fulgencio? Yo creo que es una ocasión para estar con la gente que quieres. Más tarde o más temprano, los echarás en falta.
Tienes razón. Con mis cuñados en el fondo me llevo bien, no paramos de reír en toda la noche. Y a mi suegra, le tengo mucho cariño, no sé qué va a pasar el día que ella falte.
Por eso ese día…
¡Es un día estupendo! Lo pasaré en familia como nunca.
Me alegro mucho. Vamos a ver, el árbol de Navidad ¿se lo envuelvo o no?
¡Sí, sí, envuélvemelo! ¿Sabes? Eres el mejor dependiente que conozco…

«La noche de Navidad» de María Espinar

Una niña llamada Laura acababa de salir de la escuela, era una tarde fría y apagada. Laura no estaba muy contenta porque era navidad y la ciudad no estaba iluminada y decorada, la gente estaba desanimada y triste, no sabía muy bien que estaba pasando, al subir al autobús cogió su diario y comenzó a escribir, aún le quedaban diez paradas para llegar a casa. Al llegar no hizo otra cosa que ir a su habitación, dejar su mochila, abrazar a su gato Willy y dormir.

Abrió los ojos, el frío le daba en la cara, ¡estaba volando! una voz le decía:

-Laura, te hemos escuchado, ¡Willy había hablado! el le explicó que esta es una noche mágica y que representaba a un grupo de ángeles felinos.

-Mereces ser feliz, esta nube nos lleva a un lugar muy especial donde conocerás la felicidad, está en la Malvarrosa.

Aterrizaron en medio de la plaza,habían otros gatos alrededor de la fuente,solo faltaba willy que se unió al grupo haciendo que subiera al cielo una luz que se partió en mil pedazos iluminando toda la ciudad, ese era su deseo, ¡ahora sí que era una navidad perfecta!

«Espíritu Navideño» de Pedro Soria

Mateo 1: 20) “…he aquí un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es”.

No se puede escribir un cuento navideño así, ni feliz navidad, ni nieva como en los anuncios de coca cola, ni hay árboles de navidad, ni renos, ni pastores, ni magos de oriente ni un puñetero “caganer”. Hay 20º, asfalto, bloques, ambulancia, terapia ocupacional y después “fisio”, es lo que tiene el daño cerebral, que pone a prueba la fe en uno mismo y en la vida, como la navidad mira, me dice mi cerebro dañado, no se si es la parte buena o la estropeada.

Aunque me hayan dicho que los sentimientos también están en el cerebro, mi sano corazón (según el cardiólogo), acaba de recibir un impulso navideño al paso de un Ángel. ¿O llevaba pijama azul y corría hacia un paciente con menos suerte?

Pues eso, espíritu de darse a los demás, espíritu navideño al fin y al cabo.

«Un regalo de Navidad» de Francisco Aliaga

Las calles estaban adornadas, con luces de colores. En aquellos días hacia mucho frio, era una mezcla de ilusión y distintos olores.

Yo vivía en una tienda donde los niños pasaban y me acariciaban a través del cristal. Siempre estaba solo, mis hermanos se fueron yendo uno tras otro.

Por la tienda apareció una familia, con niños ,los cuales no paraban de señalarme y dar saltitos de alegría .Me cogieron en brazos besándome sin parar. Me llevaron a casa, me sacaban de paseo todos los días, también me pusieron un nombre “MARCO”. Cada vez que los oía, trataba de ir a su llamada. Con el tiempo me entere que había sido un regalo de navidad. Mi vida era maravillosa, no se podía pedir mas.

Yo había crecido, mis ladridos eran mas graves, ya no me paseaban tanto, me aburría, mordisqueaba todo, me hacia pipi y caca por toda la casa y me chillaban y me pegaban cuando lo hacia. Un día me subieron al coche y me dejaron en un albergue de animales, donde todos habíamos sido un regalo de NAVIDAD.

«El Belén en casa de mi iaia» de Iván Cambra

Este año, como todos los demás, durante el puente de la Inmaculada, mi hermano Iker y yo montamos el Belén en casa de mi abuela.

Primero mi hermano Iker montó el portal, en el que puso al niño Jesús, a la Virgen y a San José. Luego, yo puse a los pastores, en unos arboles cerca del Nacimiento y a los tres reyes magos, cada uno con su paje y su camello los puso mi abuela en el pueblo, para que así, Iker y yo los vayamos acercando al portal un poquito cada día y que así, el día de Nochebuena lleguen a tiempo a traerle los regalos.

Cuando ya creíamos que lo teníamos terminado, pasó mi madre y nos dijo:

¿Dónde os habéis dejado el caganer?
Nos pusimos a reír y nos ayudó a buscarlo dentro de la bolsa.

En el mismo momento que por fin lo encontramos salió mi abuela de la cocina diciendo:

Ale! Deixeu-ho estar aixina fins després de dinar, que ja està a punt la paella! Aixina es que tots a parar taula mentre acabe de fer el socarraet!

«La Derrama» de Julia Culiañez Navarro

– ¡Pfff! Dices lo mismo todos los años, papá Ainhoa y Tamara estaban sentadas a la mesa y se relamían sus labios mientras acariciaban con los dedos sus tazas. Al otro lado de la habitación, Juan limpiaba la encimera. Me quedé contemplando la escena. Juan desarrollaba como buen orador todas las partes del discurso que, según Ainhoa, repetía todos los años. Si no hay carta, Papá Noel no les traerá los regalos. Ellas reían y bebían de su chocolate. Y a mí se me encogía el alma al ser consciente de cuánto amor puede caber en un espacio tan pequeño. Sigilosamente, enfilé hacia la habitación. Me senté en la cama y comencé a hacer cálculos. La cosa no pintaba bien. Y la Navidad se nos echaba encima. Definitivamente íbamos a tener que apretarnos el cinturón. Cerré los ojos un momento y respiré hondo para hacer frente al estrés que pugnaba por salírseme a modo de sollozo. Cuando los abrí ya me había tranquilizado. Inconscientemente la mano se me fue hacia la tripa, que ya se empezaba a notar. Y el miedo me atenazó la garganta de nuevo al recordar que el contrato se me acababa en un mes.

«Navidaño» de Pedro Soria

Bienaventurados los dañados cerebrales porque ellos verán a mis Ángeles.

Y yo los veo, para mi lleva siendo “Navidaño” desde hace varios meses. Invierto dos horas al día rodeado de ángeles, que revolotean a mi alrededor con pijama azul o con bata blanca. Alguna hay (estos ángeles tienen género y sexo supongo, pero mejor no seguimos por ahí que esto es un microcuento navideño) que aguanta mis ganas y mis desganas desde el principio del verano, y del daño, y gracias a ese ángel he vuelto a andar, sin chocarme con nadie y a nadar sin beberme media piscina jeje.

Estos ángeles con su sonrisa y su espíritu de entrega, siempre dispuestos a hacerte mejorar, hasta cuando tu no quieres. Recogen lo poco aprovechable que tengas dentro de ti, lo riegan, lo cuidan, lo miman, lo cultivan con cariño, conocimiento, tiempo… dedicación. (Chanel, cocaína y Dom Perignon, que no, que eso no es bueno para las neuronas, las muy sosas…)

Al final consiguen que mejores, sobre todo consiguen que quieras mejorar, por eso son ángeles, porque te hacen ser mejor persona, te hacen querer ser mejor persona, (y mejor jugador de Rummikub ojo), con el cerebro dañado pero mejor persona

«Oveja feliz» de Toñi Agulló

Permítanme contarles lo que le sucedió a un pastor poco antes de Navidad.

Una de sus ovejas sufrió un fuerte golpe en la cabeza al caer y chocar contra el tronco de un robusto árbol.

El pastor con su vecino quien le aconsejo que durante unos días le dejase a la oveja para ponerla en su corral, donde dormiría en una de lana multicolor, bebería agua pura de manantial y recibiría las caricias y abrazos de los niños del pueblo, estuvieron de acuerdo y así se hizo.

A los pocos días María, que así se llamaba la oveja comenzó a cambiar su expresión de su cara, cada vez que un niño se acercaba le lamia la mano. Cuando su dueño volvió por ella, la miro y le pregunto si estaba mejor, a lo que María respondió con un fuerte y clamoroso “beee” que se escucho en todo el pueblo, llenando de alegría al pastor, dio las gracias a su vecino y fueron juntos a celebrar la Navidad.

«Regalos» de Juan José García

Érase una vez una niña llamada Beatriz que iba al insituto a tercero de la ESO. Era una niña pobre pero se caracterizaba por ser muy buena y querida por sus amistades. Juan era uno de sus mejores amigos.Tenía mucho dinero y sacaba muy buenas notas, por lo que su familia se lo compraba todo como recompensa.

Llegó la Navidad , época triste para ella y para él. Por parte de sus amistades no recibían regalos, hasta que llegó una sorpresa: Beatriz le regalo una chocolatina con sorpresa a Juan, quien se dio cuenta de su situación. Dos días después él le dijo a Bea: “Cierra los ojos y abre tu mano” y le dio la sorpresa que le tocó en la chocolatina, un corazón. A partir de ese día, la amistad entre ellos comenzó a crecer. Juan se dio cuenta de que no había que ser materialista, y dejó de aceptar regalos de sus padres, comprendiendo que el mayor regalo es la amistad.

«Rudolph» de Julián Roas

Está empezando a anochecer. Los árboles se tornan oscuros y la luna comienza a emerger por la ladera. Con mi pelaje casi castaño estoy listo para una noche más de magia e ilusión.

Aún recuerdo aquella noche que llevamos regalos a un niño pobre de la ciudad, la alegría de él al recibirlos. O la vez que dejamos algo frente a la chimenea de una niña enferma. Todo eran risas en esa casa ese día.

¡Ah! Ahí viene el dueño, ataviado con sus inconfundibles botas negras. Abre el hangar y veo a mis compañeros que se desperezan contentos. El dueño nos pone en posición. A mí me pone el primero. Siempre he sido de uno de sus favoritos.

Quita la lona que cubre aquello de lo que tendremos que tirar. Es el trineo más hermoso que hemos visto jamás. El dueño se pone su inconfundible gorro rojo y mientras, la noche se ha hecho mas cerrada y la luna está llena con todo su esplendor delante de nosotros.

El dueño grita su incondicional “Oh, oh, oh” y nosotros corremos hacia adelante en una nueva noche mágica.

«Un árbol diferente» de Francisca González

Hay un pueblo muy pequeño. El ayuntamiento dona lo que puede para el colegio porque los aderezos del año pasado se quemaron.

A la maestra se le ocurrió una idea. Repartió cartulinas con un molde de estrella para recortarla. Cada uno de los niños decoraron su estrella. Cuando estaban decoradas les pusieron unos colgantes y ese día se las llevaron cada uno a su casa. Cada familia le escribió un mensaje de amor.

Llegó la fiesta del colegio y cuando les tocó a la clase de cuatro años, se vio un árbol solo y triste. Fueron entrando y subiendo cada alumno leyendo su frase y colgándola en el árbol. Cuando terminaron de colgar el árbol precioso de los deseos, la maestra puso su estrella deseando paz y amor a todos. Entonces un niño dijo: “ seño, nuestro árbol no tiene bolas ni espumillón, pero es el árbol más bonito porque está lleno de deseos que salen del corazón”.

«Historia de Josue» de Pedro Ángel Rollán

Josué nació en una ciudad del centro de Camerún llamada Baba Yaya y ya de niño era muy inquieto e inteligente.

A los dieciséis años conoció a un hombre que organizaba viajes a Europa.

Se animó y poco después llegó a España, allí se buscaba la vida vendiendo pañuelos en los semáforos y un día cerca de Navidad paró un coche y le pregunto si quería trabajar en unos grandes almacenes.

A los pocos días estaba vestido de rey mago sentado en un sillón a la entrada de los dichos almacenes.

Un día se le acercó una señora con un joven en silla de ruedas, Josué sentó al joven en el sillón del rey, lo que el joven empezó a reír, la señora le pidió a Josué que si quería visitar a su hijo en casa. Acepto y visitaba al joven todos los días y le contaba historias.

Hicieron tanta amistades que la madre le propuso a Josué que se matriculara en una academia, ella pagaría los estudios y tal fue su dedicación que al poco tiempo se licenció en la Facultad de Comunicación.

Cuando acabó la carrera la madre del joven le dijo que fuera a ver al director de los grandes almacenes en el que estuvo de rey.

Se entrevistó con él y lo contrató para trabajar en la empresa, al poco tiempo era el jefe de comunicación de dichos almacenes y actualmente es el director general.

«Microcuento de Navidad» de Luis Suay

Algunos copos de nieve despistados caían sobre la boina y los hombros de Santiago mientras esperaba en su silla de ruedas a que le recogiera la ambulancia. Un año atrás había sufrido un ictus y su actitud hacia la Navidad, a sus 74 años, no era especialmente optimista. Maldecía a diario su hemiplejia, sus problemas, sus limitaciones, y se preguntaba “¿¿por qué??”.

Esa mañana conoció en la ambulancia a Isabel, una joven tetrapléjica de 22 años, cuya sonrisa amable le invitó a conversar. A pesar de su condición física y su temprana edad, su charla de camino al hospital cambió la vida de Santiago. Le enseñó a preguntarse “¿para qué?”, en lugar de “¿por qué?”; le mostró que todo sucede por una razón, que nada es al azar, que la vida es a veces dura, pero que lo importante es nuestra actitud frente a ella; que uno puede estar postrado en una silla y ser la persona más feliz y agradecida, sólo por estar viva, por poder seguir sonriendo a los demás.

Algo en el corazón de Santiago cambió en ese trayecto. Algo hizo “click” en el centro de su pecho. Volvió a sentirse ligero y su sonrisa, que había desterrado hacia un año al olvido, regresó a iluminar su rostro. Renovado de autoestima y de amor por la vida, se dijo:

“Navidad, allá voy”.

«Un día en mi nueva vida, está tan…» de Antonio Rizo

Hola Buenos días soy Miguelito Patas cortas un buen amigo vuestro desde el año pasado, por allá por Julio ,que es cuando tuve un incidente Jugando al Fútbol el cuál me ha dejado unas secuelas por las cuales me encuentro aquí con vosotros y muy contento de ello y de pasar las Navidades junto con vosotros …. dicen que siempre que una ventana se abre, cuando otra se cierra….y lo digo por lo especial que ha sido para mí el encontraros.

No puedo deciros que el paciente sino que el amigo como me considero de vosotros y me lo demostráis día a día, cada jornada que voy a veros y realizar mi entrenamiento neurológico y poco a poco ir recuperando mi actividad que me ha dejado un poco fuera de juego y que no me niego jamás a ponerme otro vez al día pero de otra forma, o mejor dicho a mi nueva forma de vida…la cuál me ha enseñado a vivir de una manera distinta pero muy ilustrada en lo general por lo que yo os agradezco infinitamente .

Sigo pero, en mi forma y capacidad, estudiando lo que un día empecé con mucho amor y cariño, la carrera de Pedagogía que está y gracias a Dios en sus últimos coletazos y esta situación me ha ayudado y en ello estamos.

Y sin poco más que deciros, gracias a estos micro-relatos tengo l oportunidad de sentirme como estoy y como me encuentro y nada más y nada menos que GENIAL Y GRACIAS por vuestra complicidad y dedicación, nos vemos y estas Navidades que sean lo más saludables y al menos en mi caso distintas muy agradables.

«Poema de Navidad» de Otilia Gómez

En un humilde pesebre

sobre un establo arruinado,

hay un niño reclinado,

más bello que un serafín.

Sobre una misera paja

descansa su pura frente blanca

cual lindo jazmín.

Una mujer admirable

de peregrina belleza.

Inclinada su cabeza como el tallo de una flor,

le contempla envelesada y un ósculo de ternura

imprime su boca pura sobre el rostro encantador.

Se escucha un rumor lejano

de algún rústico instrumento

que ante silbidos y vientos

llega distinto al portal.

Una turba de pastores de imprevisto se presenta

donde el anciano sostenta al inocente zagal.

Queremos dijo, señora adorar al santo niño

y sus pies sagrados besar.

Aceptar moreno pan, un cordero y dulce miel de romero

cuanto un pobre os puede dar.

Se ven numerosos camellos, y van jinetes en ellos

hombres con traje oriental.

Llevan numeroso sequito y una corona en la frente

más entran humildemente en el reinoso portal.

De lejanas tierras señora

vienen tres reyes del suelo

ante el monarca del cielo llenos de amor y de fé.

Mirad, oro le ofrecemos,

permítanos que lleguemos

a besar sus santos pies.

La madre pura interroga

por qué en cuna tan miserable

quiso este niño nacer.

Por qué acepta primero la ofrenda de la pobreza

y ahora viene la nobleza a su rico don ofrecer.

Abrióse un libro divino

de saber tesoros y en sus páginas de oro

leyó la virgen así:

´´En el reino de mi padre los últimos serán los primeros

los pobres aqui postreros son preferidos allí´´.

«Jesús en la Tierra» de Mercedes

– ¡Madre, en la puerta hay un niño, más bonito que el sol bello!

– Yo digo que traerá frío porque el pobre viene en cuero.

– Pues dile que entre, se calentará, porque en esta tierra ya no hay humanidad.

Entra el niño y se calienta aunque apenas se calentaba. Le pregunta la señora:

– ¿De qué tierra o de qué patria?

El niño contesta:

– Mi madre es del cielo, mi padre también, yo bajé a la tierra para padecer.

«El mejor regalo de Navidad» de Rosario Lloret

Un 24 de Agosto, una noche muy calurosa entró en casa una golondrina y se posó sobre un plato de cerámica que tenemos en la pared. Cosa extraña por que no es lo habitual que se aproximen al hombre. A la mañana siguiente todavía estaba allí y mi marido la despertó y se fue.

Yo presentí que aquello sería un aviso de algo bueno,… Cuatro meses más tarde, en la Nochebuena después de cenar, nos dieron la buena nueva ÍBAMOS A SER ABUELOS!!!

Después de casi 10 años esperando recibimos nuestro mejor regalo de Navidad. Hoy tiene 7 años y es el mayor de mis cuatro nietos, que son mis cuatro razones de vivir.

«Un sueño de Navidad» de Irene Sánchez

Felices eran los días que pasábamos en el orfanato VITHAS Sevilla

Estábamos todos muy unidos, estudiábamos, jugábamos, éramos un gran equipo.

Las hermanitas que nos cuidaban eran muy buenas con nosotros,

ilusionados todos porque pronto llegaban las navidades, era mi peor momento,

cuando mis compañeros se irían a pasar las navidades con su familiares,

era cuando más triste me ponía sabiendo que no podría disfrutar de estar

sonriendo con gente que me quiere.

Fueron pasando los días y llegó la fecha que más odiaba, el 24 de Diciembre.

Imelda, mi mejor amiga se despidió de mí con lágrimas en los ojos, el salón

en el cual nos encontrábamos era amplio, mis compañeros buscaban a sus familiares,

se irían pronto a sus casas y me quedaba sola otro año más.

Todo iba a pasar como el año pasado, pasaría las navidades junto a las monjas

a las cuales le tenía mucho cariño y respeto.

Sola me acerqué al pino y coloqué una estrella pidiendo que fueran las últimas navidades que pasara sola.

A continuación todo se desarrolló muy deprisa, se acercó muy alegre la directora

Tengo una gran noticia para tí, me dijo; «ha llegado un caballero con su mayordomo

Osbaldo, pidiéndome que dejara a una de las niñas del orfanato pasar las navidades

disfrutando de una familia y de su casa, siendo la gran obra benéfica que realizaría

olvidándose de todas las cosas malas que había hecho en su vida».

Sonreí y vi cumplido mi sueño de navidad.

Relato de Juan Andres Asencio

Veniu tots els homens

amb fe i alegría.

Veniu tots els homens cap….

a Betlem.

Deu per salvar-nos,

naix dins d’un pessebre.

Veniu tots a adorar-lo,

Veniu tots a aderar-lo,

Veniu tots a adorar-lo.

Es Deu el Senyor…

«De mayor quiero ser Papá Noel» de Ana Noé

Había una vez un niño llamado Guillermo. Guillermo de mayor quería ser Papanoel.

Una mañana se fue al colegio y se lo contó a todos sus amigos. Todos se rieron tanto que Guillermo se puso muy triste y llamó a su madre y le dijo: “Quiero irme a casa mamá, por favor”. Y su madre le recogió.

Al cabo de 30 años Guillermo se fue a trabajar de Papanoel. ¡Qué contento estaba! Y hasta tuvo una mascota: Rudolf, su reno preferido.

«La niña y el osito» de Eva Noé

Érase una vez una niña que se llamaba Lulú. La niña se pidió un osito para los Reyes Magos para poder estrujarlo y abrazarlo todos los días y todas las noches. Los Reyes se lo trajeron y al día siguiente se lo llevó al cole. Se lo enseñó a todos sus amigos y todos alucinaron. Sonó el timbre y se fueron a clase. Entonces la profesora hizo una pregunta y el que contestó fue ¡¡¡el osito!!! La profesora se cayó de la silla y todos sí que alucinaron de verdad. Se acabó el cole y la niña se fue a casa. Jugaron los dos juntos y como el osito podía hablar, la niña le podía entender. Cuando la mamá fue a la habitación y descubrió que el osito podía hablar se quedó boquiabierta. Se hicieron amigos y jugaron los tres juntos. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

«La visita Papá Noel» de Hugo Collado

Había una vez un niño llamado Juan que estaba muy alegre porque venia Navidad. La Navidad es una época para estar en familia. En noche buena se reunen todas las familias para cenar todos juntos.

Juan estaba con su familia cenando, cuando su madre le dijo que se fuera a dormir. Juan no le hizo caso y escondido vió a Papá Noel. Éste era un poco gordo e iba vestido con un gorro rojo, una chaqueta roja y dos botas rojas también. Juan se acercó a él y le dijo:

¿Puedo acompañarte a repartir los regalos?
Y Papá Noel le respondió.

¡Claro! Sube a mi trineo.
Entonces Juan subió al trineo y se fué. Recorrieron todo el mundo repartiendo regalos y haciendo felices a los niños.

Cuando volvió a casa, despertó y se dió cuenta de que era un sueño, bajó las escaleras de su casa y vió todos los regalos.

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