La osificación heterotópica es una complicación que ocurre frecuentemente en pacientes que han sufrido un traumatismo craneoencefálico. Consiste en la formación de hueso en zonas de tejido blando, generalmente alrededor de las grandes articulaciones. También se conoce como miositis osificante, osificación pararticular, fibromiopatía neurógena osificante o paraosteartropatía. Es dolorosa y puede provocar limitación funcional por lo que es importante detectarla precozmente y tratarla. Se estima una incidencia entre el 11 y el 77% tras un TCE.
FACTORES DE RIESGO
Los factores de riesgo más importantes para su desarrollo son el traumatismo esquelético, la espasticidad, la inmovilización y el coma que dura más de dos semanas.
Su fisiopatología no está clara. Comienza con la formación de osteoide hasta una calcificación completa en unas semanas, que posteriormente se remodela en hueso trabecular bien organizado, momento en que se considera que está maduro. Se cree que hay un factor neurógeno que contribuye a su formación pero este mecanismo aún es desconocido.
Las articulaciones que se afectan con más frecuencia son las caderas, seguidas de codos, hombros y rara vez la rodilla.
En la exploración física se suele observar la articulación inflamada, caliente y dolorosa, generalmente asociada a una disminución del rango articular. Es importante diferenciarla de otras patologías que cursan con una clínica parecida como una trombosis venosa profunda, celulitis o una fractura.
El período de más riesgo de aparición es entre el primer y el sexto mes, pero generalmente la osificación se inicia a las dos o tres semanas después de la lesión.
La prueba más sensible para su diagnóstico precoz es la gammagrafía ósea, ya que en la radiografía simple no se observa lesión hasta cuatro o seis semanas después del inicio de la clínica. Las concentraciones séricas de fosfatasas alcalinas y la velocidad de sedimentación globular pueden estar aumentadas al principio.
TRATAMIENTO
En cuanto al tratamiento, se ha demostrado que la movilización de la articulación, sin forzar por encima del recorrido articular que cause dolor, es beneficioso.
A nivel farmacológico, la indometacina es el AINE que ha demostrado ser más eficaz en la prevención, por la inhibición de algunas prostaglandinas del grupo E que interviene en el metabolismo óseo favoreciendo la formación. Una vez formada, el objetivo es que los depósitos de calcio no aumenten y puedan producir una anquilosis articular. En este caso el tratamiento más recomendado es el etidronato disódico, que es capaz de frenar la mineralización de la matriz ósea. Se ha de administrar precozmente, y una vez retirado puede progresar la formación de los depósitos cálcicos.
Si con el tratamiento conservador no se logra controlar la OPA y hubiera un bloqueo de la articulación se podría realizar una extirpación quirúrgica.
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