Os presentamos la experiencia personal de Javier, un paciente que sufrió un ictus isquémico en la arteria cerebral media izquierda.
Javier presenta una afasia de conducción con buena evolución en el lenguaje tras la rehabilitación logopédica. Tanto es así que ha sido capaz de escribir el siguiente texto con una mínima supervisión y corrección de su logopeda.
Como todos los sábados, me levanté un poco tarde, sobre las 9 de la mañana. Hice las actividades normales pero mas despacio que los días laborales… Desayuno, aseo, etc. Todo normal, no noté nada extraño. Recuerdo que ese día íbamos a ir a comprar ropa con mi hijo. Por la tarde, a las 16,30, iba ir al campo de rugby para ver el partido del CAU con el Barça y después habíamos quedado para ir a cenar a un restaurante vegetariano con unos amigos. Hice la lista de la compra y me metí en el baño para ducharme.
Mas o menos a las diez y media del 29 de marzo de 2014, después de desnudarme, justo cuando entraba en la bañera, noté una sensación rara en las tripas y una ligerísima nausea. Pensé que había bebido demasiada agua, a veces me pasa algo así cuando bebo mucha agua fría en ayunas, pero me gusta así. Enseguida, al tocar el chorro de agua caliente noté algo muy raro en mi mano derecha: No recibía información de la temperatura del agua, sino una sensación extraña y desagradable. Necesité usar la mano izquierda para saber lo que ocurría: el agua estaba muy caliente, casi me quemo. A la vez que cambié el grifo para atemperar el agua, probé otra vez la capacidad de mi mano derecha…. El tacto funciona bien, podía mover perfectamente los dedos, pero me pasaba algo muy raro. Me asusté, fue la ducha mas rápida de mi vida, mas rápida que las duchas de la “mili”.
Al salir de la bañera tuve un mareo; choqué con la mampara y casi me caigo al suelo. Pude sentarme… y mal liado entre toallas, mi mujer y mi hijo me ayudaron.
Creo que no me desmayé totalmente, pero casi. Yo pensaba: “Mi aspecto debe ser horrible, Cheli y Carlos me miran y repiten, ¡Dios mío, Dios mío! . Están muy asustados y preocupados”. Ellos me preguntaban lo que me pasaba, pero no podía contestar, estaba como “grogui”. Me asusté mas aún.
En ningún caso supe que lo que me estaba sucediendo era un ICTUS. Yo sabía perfectamente que algo malo me pasaba, pero….
Los momentos siguientes son muy importantes para minimizar las lesiones cerebrales, ¿no? El tiempo es crítico. Mi mujer llamó a urgencias y llegaron enseguida. Recuerdo que llegó un sanitario, me sentaron en una silla de ruedas, medio desnudo. Todo era confuso y cuando iba a la ambulancia, en el hall del patio vomité y no recuerdo más.
Después todo oscuro. Tampoco recuerdo demasiado del itinerario en hospitales. En el primer hospital estuve tal vez unas dos o tres horas. La insistencia de mi mujer y los gritos de mi hijo mayor consiguieron el traslado. Otra vez la ambulancia hasta el Hospital 9 de Octubre.
Ahora tiempos nebulosos, dormir y despertar, despertar y dormir, sueños, todo muy confuso. Me cuentan que me realizaron distintas pruebas, TACs, etc. No recuerdo nada más.
Luego, en la UCI, después de algún tiempo durmiendo, desperté. No sabía lo que me había pasado. Estaba despierto y consciente y yo estaba bien. Comprobé que podía pensar con normalidad, visión buena, mi control motor era total, podía mover correctamente piernas, brazos, los dedos de las manos,…. Evidentemente que estaba con muchas molestias: sonda uretral, vías en la mano, boca seca, tenía mucha sed, bueno, ya sabéis toda la fanfarria clínica habitual, como en las películas. La situación era incómoda y molesta, pero me encontraba perfectamente.
Vi a mucha gente. Mi mujer, hijos, hermanas, cuñados,… En fin, lo típico.
Enseguida, vi a la médico. Ella es la que me dijo: “Ictus: carótida izquierda isquémica”. “Hola, hola, clics, clics…¿Qué tal?, clics, clics. Recuerdo muy bien a mi médico neuróloga, su aspecto y sobre todo la voz. Dama joven, elegante, pelo muy cuidado, maquillaje impecable. Su voz muy peculiar, aguda, musical, cantarina, tiple opera, “Hola, Hola”.. y con sus “clics, clics”, sonido que chasquido con los dedos, ya sabéis… Movía el brazo de un lado al otro y clics, y decía cosas: “Toca la nariz” y ayudaba haciéndolo. Muchas frases similares… Yo no entendía nada. Quería decir cosas y no podía. En mi mente todo era distinto; creía que estaba bien, podía razonar y construir frases coherentes, pero no. Quería decir: “Buenas, estoy bien. Por favor, decidle a mi familia que estoy perfectamente.” Pero lo que decía es algo parece a: “Fberio, nngsuu,lo musgdi”. Cuando oía mis palabras, cuando oía lo que yo pronunciaba… Fue tremendo. Estaba claro, era afasia. Tenía afectada la capacidad del uso del lenguaje. No podía hablar. En fin, por lo menos lo demás está perfectamente, podría ser mucho peor.
La comunicación durante los dos o tres días que pasé en la UCI, era muy complicada. Además de la capacidad del habla, tenía muy disminuida la comprensión. Oía perfectamente pero entendía poco. Podía comunicarme con monosílabos, por gestos… En fin, una comunicación complicada.
Ya en planta, mejoraba despacito. Tenía muchas visitas y con todos hablaba, bueno, lo intentaba. Quería superar los problemas de comunicación, me salían algunas palabras pero no podía evitar usar palabrotas, muchas palabras gruesas que curiosamente podía pronunciar perfectamente.
Tenía muchas ganas de salir del hospital. Quería ducharme, en fin, ir a casa.
En casa, apenas diez días después del ictus, comencé la rehabilitación con trabajos sencillos para hablar, oír, escribir con ayuda de logopedia. Al principio con cuatro horas semanales y luego disminuyendo poco a poco….
El pasado mes de diciembre cumplí 63 años. Hace pocos meses celebré mi primer aniversario, cumpleaños post-ictus, mi primer año de esta vida diferente. Todavía sigo “de baja” laboral, soy Catedrático de Universidad. Aún tengo problemas de comprensión y expresión más o menos leves, etc, etc. Pero, el progreso de recuperación es evidente y muy grato. De hecho, aunque con más esfuerzo y mayor tiempo, soy capaz de escribir este relato. Hace seis meses esto era imposible.
En fin. No quiero describir todos los aspectos o elementos de mi recuperación tras el ataque, sólo quiero citar, a modo de brochazos o pinceladas, algunas de las dificultades a los que me he enfrentado este último año y que persigo superar.
Parece claro que para hablar bien es necesario pronunciar palabras correctamente. Esa capacidad es importante en la comunicación. Con esfuerzo hoy puedo nombrar cualquier palabra, peor las largas, las de muchas sílabas…. Recuerdo algunas palabras especialmente complicadas. Eran palabras tabú, como por ejemplo: bacalao, gazpacho, y especialmente, espinacas. Confundo los géneros de las personas y animales, los números (especialmente si son fechas y números de teléfono) y los parentescos entre las personas: padre con hijo; madre con hija, hermana con hija… a veces resulta embarazoso. También tengo dificultad para cantar.
Pero hay algo igual de importante que la capacidad de hablar. Es la comprensión. La capacidad de entender en la comunicación. Después del ataque la dificultad comprensión era absoluta. No podía entender ninguna conversación, ni si quiera las simples. No podía seguir una película, no entendía las noticias de la radio o la televisión. Hoy todavía encuentro algunos problemas de comprensión para hablar en grupo, intervenir en discusiones, usar ironías, etc.
Varias situaciones agrandan las dificultades, por ejemplo cuando “pierdo” una frase en el conjunto de una conservación me dedico en recuperar esa frase y pierdo la necesaria atención del hilo del debate y claro, pierdo más y más frases…. En fin, adiós entender la conversación. Evidentemente todo se complica cuando intervienen varias personas en el debate. Es decir, con frecuencia me pierdo y desconecto de las conversaciones habituales. También tengo bastantes problemas en las conversaciones telefónicas con personas extrañas.
Desde siempre me ha gustado resolver crucigramas complicados. Desde los días que pasé en el hospital, intentaba resolverlos pero el resultado fue fatal. No era capaz de resolver ni siquiera los más sencillos, como los que aparecen en las revistas de cotilleo. No entendía las definiciones. Poco a poco la situación ha mejorado mucho y hoy día, que ya ha pasado un año desde el ataque, puedo resolver los crucigramas más o menos igual que antes del ictus.
Todavía tengo algún problema con las palabras muy largas, esas que acaban en “mente” o un verbo en formas de tiempos pretéritos o pluscuamperfectos… En fin, creo que este problema es algo pasado y estoy muy contento por esto.
Soy bilingüe. El catalán es mi lengua materna y el castellano es mi lengua paterna. Hablaba y escribía correctamente las dos lenguas. Ahora me resulta difícil hablar catalán. Es decir, en verdad me es más fácil hablar en castellano. No sé porqué es así. Es un asunto misterioso. Puede ser que existan dos motivos. Primero: es verdad que las dos lenguas las utilizo cada día pero toda mi educación, desde la escuela de primaria hasta el final de los estudios de doctorado, he utilizado el castellano, jamás el catalán. En esa época no existía la posibilidad de cursar asignaturas en catalán. Evidentemente yo creo que tengo más riqueza en palabras en castellano y es posible que por eso ahora hablo mucho mejor en castellano. Segundo: quizá el trabajo de recuperación de la afasia ha sido con ayuda de logopedia usando más el castellano. Bueno, de hablar inglés mejor ni hablar. Poquito sabía de inglés, imagínate ahora. Ni hablar.
Desde el principio no tengo ningún problema para: el aseo personal, hacer la compra, cocinar y recoger en casa, hacer tareas de bricolaje en casa,coger el autobús, conducir el coche y moto (no desde el principio).
Algo positivo. He dejado el tabaco. Siempre he sido fumador y antes del ictus fumaba un cartón de Ducados, 200 cigarrillos cada semana. Nunca he intentado dejar el tabaco ni he notado ningún problema respiratorio. Ahora llevo ya mas de un año sin fumar. Ni un sólo cigarrito. Todo el mundo me ha dicho que fumar es una actividad muy difícil de eliminar, dejar el tabaco es difícil ya que es un muy adictivo…. Pues bien, yo no “tengo ninguna gana” para fumar. No me parece ningún esfuerzo no fumar, ya no me gusta y no quiero fumar en mi vida. Esto es una ventaja enorme y estoy muy contento.
Hace 15 meses desde el accidente, desde el ataque que produjo lesiones cerebrales que, aunque yo considero fueron leves, pasan factura.
Ahora estoy convencido que no recuperaré totalmente mis capacidades intelectuales anteriores. Sé que no podré ejercer mi muy querida profesión. No me importa.
Estoy contento y soy feliz, con buena salud, con estado físicamente muy bien, y con ánimo recuperado.
Gracias a todos los que me han ayudado durante estas semanas que han sido muchos, quiero destacar a mi logopeda.
Miro al futuro con optimismo. Me encanta el “quattrocento”, el renacimiento. Si, en relación en mi estado actual, creo que puedo hablar de RENACER.