El Daño Cerebral Adquirido (DCA) es una lesión que aparece de forma súbita en personas previamente sanas, alterando su funcionamiento neurológico y su calidad de vida. Las causas pueden ser diversas: ictus, traumatismo craneoencefálico, anoxia, encefalitis o tumores cerebrales… Y, sus consecuencias afectan de forma global a la persona y a su entorno.
En este artículo te explicamos las principales secuelas que pueden aparecer tras un DCA y cómo las abordamos en IRENEA.
1. Alteraciones en la conciencia
El DCA puede provocar distintos niveles de alteración de la conciencia, como el coma, el estado de vigilia sin respuesta o el estado de mínima conciencia. Detectar y monitorizar correctamente estos estados es clave para orientar el tratamiento y el pronóstico funcional.
2. Déficits físicos
A nivel motor
Son frecuentes las hemiplejias, tetraplejias, hemiparesias o espasticidad. También pueden aparecer trastornos del equilibrio, temblores, ataxia o rigidez, que dificultan la movilidad y la autonomía del paciente.
A nivel sensitivo
Las alteraciones sensoriales incluyen pérdida parcial o total de sensibilidad, o sensaciones anómalas como hormigueos, dolor, o hipersensibilidad.
3. Alteraciones cognitivas
El daño cerebral puede afectar funciones como la memoria, la atención, la planificación, el razonamiento, el lenguaje, la percepción o la cognición social. Estas dificultades impactan directamente en la vida diaria, el aprendizaje, el trabajo y las relaciones personales.
4. Problemas en la deglución y el lenguaje
Es habitual que aparezcan disfagia (dificultad para tragar), afasia (alteración en la comprensión o expresión del lenguaje), disartria (dificultad en la articulación) o parálisis facial. Estas alteraciones comprometen tanto la alimentación como la comunicación, con importantes repercusiones emocionales y sociales.
5. Cambios conductuales y emocionales
Algunas personas presentan alteraciones de conducta, irritabilidad, desinhibición, apatía o incluso cambios de personalidad. Estas secuelas pueden dificultar la convivencia y generar un gran impacto en las dinámicas familiares.
6. Pérdida de funcionalidad y autonomía
La combinación de todas estas alteraciones suele afectar la capacidad del paciente para realizar actividades básicas (como asearse, vestirse o comer), tareas instrumentales (manejar el dinero, cocinar, usar el transporte) y actividades avanzadas (trabajo, ocio, vida social).
En IRENEA, diseñamos programas de rehabilitación neurológica individualizados que permiten abordar cada una de estas áreas, promoviendo la recuperación funcional, minimizando las secuelas de nuestros pacientes y mejorando su calidad de vida y la de su entorno más cercano.