En esta ocasión queremos hablaros de la introducción de alimentos nuevos en la dieta de un niño con autismo. Un alto porcentaje de estos niños presenta desórdenes alimentarios que suelen limitar mucho su dieta.
Rechazan probar comidas nuevas con las posibles consecuencias que esto supone para su estado nutricional. Además pueden aparecer otro tipo de problemas como la conducta pica, la tendencia a comer sin saciedad o la presencia de conductas inadecuadas durante la comida. La causa de estas dificultades puede deberse a diversos factores entre ellos la dificultad que representa asumir cambios y la importancia de las rutinas o las alteraciones relacionadas con las vías sensorial, auditiva y táctil que suelen estar presentes en estos niños.
Pueden mostrar una extremada sensibilidad a la textura, temperatura, color y olor de los alimentos
En este caso os hablaremos de los aspectos generales del programa que utilizamos con los pacientes con autismo que acuden a nuestros centros de daño cerebral y que mantienen una dieta muy restringida. Lo que supone un problema importante para su estado nutricional, por lo que nos hemos puesto manos a la obra con un plan de intervención cuyo objetivo es:
Introducir paso a paso nuevos alimentos que los niños/as acepten y normalicen en su dieta
En primer lugar, les entregamos a los padres un registro para recabar información, como qué alimentos toleran y cuáles no, el entorno ambiental en el que comen, y el tipo de conductas y rituales que aparecen. Con esta información podemos hacernos una idea de qué variables están influyendo, plantearnos los objetivos que vamos a trabajar y las estrategias que utilizaremos.
Una vez tenemos estructurado el programa, nos reunimos con los padres para explicarles cómo se va a realizar la introducción de nuevos alimentos. Será un proceso sistemático y progresivo en el que la persona encargada de las comidas, en este caso los padres, deben mantener la serenidad y ser directivos, creando un clima agradable, tranquilo y de confianza para el niño/a.
Además, existen otras consideraciones importantes:
- priorizar objetivos, teniendo claro que se abordará solo uno a la vez
- establecer una serie de rutinas a la hora de comer, con las que el niño/a se sienta cómodo y tranquilo
- evitar engañar al pequeño mezclando la comida que no tolera con la que sí
- olvidar el hecho de presentar la misma comida una y otra vez hasta que el niño/a la acepte
- poner en el plato solo la cantidad que el niño/a es capaz de ingerir (empezando por pequeñas cantidades)
- presentar siempre el mismo alimento nuevo sin cambiar cada vez para ver cuál acepta
- realizar el proceso siempre en el mismo entorno, el cual estará controlado y sin excesiva carga estimular
- estar a cargo de la comida siempre las mismas personas
- emplear apoyos visuales para dar a conocer de antemano qué comida se le va a ofrecer y el premio que recibirá por terminarla (puede ser un postre, un muñeco especial o una canción, por ejemplo)
- introducir el alimento nuevo siempre durante la misma comida, por ejemplo la cena (olvidándose del programa en el resto de comidas)
- finalizar la comida siempre con el plato vacío (aunque para ello fuera necesario vaciar los padres parte del contenido sin que el niño/a se de cuenta)
- la comida tiene que convertirse en un momento agradable en vez de en una lucha
El proceso comienza con un nuevo alimento en concreto, lo más parecido en textura y sabor al que el niño/a ya acepte. Es importante empezar por poca cantidad (1/2 cucharada) y después ofrecerle otro plato con el alimento que sea de su gusto. En el caso en que lo acepte, al día siguiente se aumentará el alimento «nuevo» y se mengua el que toleraba ya, así progresivamente hasta conseguir introducir una ración entera del alimento nuevo. No se puede pasar al siguiente paso si el anterior no ha sido conseguido plenamente.
Si por el contrario no acepta el alimento se sigue presentado la misma cantidad durante toda la semana. Si al cabo de una semana de presentación sistemática del mismo alimento sigue rechazándolo es necesario repetir la secuencia, pero esta vez probando con otro alimento diferente.
Durante el proceso se entrega a los padres un registro para que anoten todo aquello que ocurre durante las comidas, de esta manera podemos recabar información objetiva de su evolución e ir regulando la intervención en función de los resultados que vamos obteniendo.
Tras este proceso el niño/a suele ser capaz de introducir más alimentos en su dieta consiguiendo que ésta sea más completa y adecuada.
El proceso de introducir nuevos alimentos en la dieta de un niño autista es largo y es imprescindible que seamos pacientes. Según el niño variará el programa y surgirán situaciones diferentes, por ello será necesario ajustarse a cada caso de manera personalizada.
Para cualquier consulta, no dudes en contactar con cualquiera de nuestros centros de daño cerebral.
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