Las alteraciones de conducta son una entidad propia del daño cerebral adquirido, una secuela más, que desde el Servicio de Irenea Instituto de Rehabilitación Neurológica tratamos de diagnosticar desde el principio y de tratar adecuadamente, teniendo en cuenta que pueden ser las secuelas más limitantes en algunos casos.
Queremos hacer un poco de historia, hablando del primer caso documentado y que cambió la concepción de la neuropsicología y del cerebro humano.
PHINEAS CAGE Y LAS ALTERACIONES DE CONDUCTA
El caso de Phineas Gage, presentado por el Dr. Harlow en 1848, demostró cómo una lesión cerebral en los lóbulos frontales provocó un cambio en la personalidad, en el comportamiento social y en la capacidad de toma de decisiones de este paciente.
Phineas Gage era un obrero de 25 años que trabajaba como capataz en la construcción de una vía de ferrocarril entre dos ciudades en Vermont, Estados Unidos. Se encargaba de detonar las piedras que formaban la montaña, para poder hacer la vía. Su trabajo consistía en poner explosivo compactado con arena en la piedra, compactación que hacía con una barra de hierro. En un descuido, probablemente al olvidarse de poner la arena, con el golpe de la barra de hierro en la piedra, saltó una chispa, que hizo explosionar la pólvora ya colocada, y la barra de hierro traspasó por la mejilla izquierda de la cara de Phineas Gage y salió por la parte del cráneo derecho.
Phineas Gage cayó tres metros por detrás, por la fuerza de la inercia del golpe y, ante la sorpresa de todos sus compañeros, no perdió la conciencia y empezó a hablar al momento. Lo llevaron al centro médico del pueblo, en donde lo atendió el doctor Harlow, quien pudo sacarle la barra de hierro y curarle la herida. A los dos meses, Phineas Gage, volvió a su trabajo.
El Dr. Harlow describió cómo el que antes era un capataz amable, conciliador y responsable, que llevaba a varios trabajadores bajo su responsabilidad, se volvió suspicaz, irritable, con constantes peleas con sus compañeros. Era incapaz de mantener un trabajo por las constantes peleas con sus compañeros. Como describió el Dr. Harlow: “se volvió irregular, irreverente, blasfemo e impaciente. A veces era obstinado cuando le llevaban la contraria, pero pese a que continuamente estaba pensando en planes futuros los abandonaba mucho antes de prepararlos, y era muy bueno a la hora de encontrar siempre algo que no le convenía”.
Finalmente acabó exhibido en el circo. Al tiempo se trasladó a vivir a Chile, en donde fue conductor de diligencias. Su salud se deterioró notablemente tras sufrir varias crisis epilépticas, y se volvió a vivir a San Francisco, con su familia, en donde murió a los 38 años de edad.
La barra de hierro y el cráneo se conservan actualmente en la facultad de Medicina de Harvard.
Éste es el primer caso descrito de cambio de personalidad tras un daño cerebral adquirido, en este caso traumático.
Es fundamental diagnosticar los trastornos en el comportamiento que un paciente presenta, para establecer desde el principio un tratamiento adecuado, y que no supongan una limitación en el proceso de rehabilitación, así como para que impliquen la menor repercusión en su funcionalidad diaria futura.
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