Gracias al post “¿Qué es la Terapia Ocupacional?”, sabemos que el Terapeuta Ocupacional dentro del equipo multidisciplinar es el profesional encargado de proporcionar autonomía e independencia en las distintas áreas ocupacionales de la persona.
Cuando nos referimos al tratamiento pediátrico en Daño Cerebral Adquirido y Congénito, una de las áreas más importantes a tratar y a la vez más olvidada es el Juego. Si tomamos como referencia el modelo de Ocupación Humana nos lo define como: “la ocupación humana fundamental que involucra al individuo a lo largo de su vida y en formatos diferentes según se desarrolla la persona, teniendo máxima relevancia en la edad infantil, ya que el juego es la principal actividad del niño.”
Podemos entender como juego “cualquier actividad espontánea u organizada que genera placer, entretenimiento y diversión. Es una actitud o modo de experiencia que involucra motivación intrínseca dando énfasis en el proceso más que en el resultado” 1
A través del juego el niño:
– Disfruta: el juego proporciona placer y motivación intrínseca.
– Aprende: comienza a descubrir el mundo, a utilizar su cuerpo, sus manos, a percibir texturas, colores…
– Descubre: explora el ambiente, conoce los objetos y su funcionamiento y comienza a usar el significado simbólico de los mismos.
– Ensaya patrones de comportamiento y de la comunicación.
– Expresa sus sentimientos y potencia su creatividad.
– Dominio: a través del juego el niño entiende que puede influir en el medio ambiente y que él es autosuficiente pudiendo tomar decisiones propias.
Como dicen Sanders y Sayers, mientras que el niño está jugando aprende a hacer frente a situaciones que se le presentan en su día a día. El juego nos prepara para la vida.
Tras esta breve revisión sobre los beneficios que aporta el juego en sí mismo, cabe hacerse la siguiente pregunta:
¿Juego como herramienta o como fin?
Dentro del tratamiento, el juego se debe de utilizar como herramienta terapéutica porque a través del mismo, nos podemos ayudar para trabajar disfunciones en el ámbito físico, cognitivo, social y afectivo.
Pero además, el juego ha de ser un área propia a rehabilitar, con el objetivo de que el niño logre la máxima autonomía posible en todas las áreas de desempeño que componen a una persona y exista un equilibrio entre las mismas, mejorando así su autoestima, calidad de vida y sentido de logro.
Por lo tanto, el juego es un medio terapéutico y al mismo tiempo es un fin. Si profundizar un poco más sobre este tema, no dudes en contactar con nosotros.
Referencias:
- (Parham y Facio, 1997).
- Figura 1. Foto sesión de tratamiento.
- Figura 2. Imagen publicada por Sabina Barrios Fernández el día 6 de Mayo del 2012 en Autismosdiario.org