Es frecuente que después de un accidente cerebrovascular además de afectación motora puedan aparecer problemas en la sensibilidad.
En pacientes hemipléjicos los problemas sensitivos pueden repercutir negativamente en su conciencia corporal, conduciendo al descuido de su extremidad o llevar a una sobreprotección del segmento afectado debido a respuestas dolorosas. En el caso de hemiparesias el problema suele ser el desuso por experiencias que han fracasado (caída de objetos de la mano, quemaduras, tactos desagradables, golpes,…). En cualquier caso el brazo afecto no se integrará en el desempeño de actividades y por tanto no se dará la reorganización cerebral.
Según el área que se haya visto afectada se encontrarán unos déficits sensitivos u otros.
La relevancia de la sensibilidad en la realización de las tareas cotidianas ha dado lugar al desarrollo de técnicas dirigidas al tratamiento de las alteraciones: la desensibilización, la reeducación sensorial, Perfetti o la Terapia por restricción del lado sano, entre otras.
Pero ¿por qué es tan importante? ¿cuándo interviene la sensibilidad? Pues bien, imagínense que no identificamos la posición de la muñeca respecto a los dedos o el codo y tenemos que abotonar el cuello de la camisa (dónde además no llega mi vista), controlar el movimiento va a ser realmente difícil.
Y si utilizo el mechero para encender el fuego de la cocina y al girarlo no me da la sensación de que me quemo… o si me quemo tanto que suelto el plato que llevo en la mano cuando quiero ayudar a poner la mesa.
Encontrar monedas en el bolsillo, coger las llaves del bolso, hacer el lazo en los cordones de las zapatillas o abrocharnos el sujetador en la espalda son ejemplos de actividades que realizamos sin apoyo visual y que sin información sensitiva son imposibles.
El tacto ligero nos informa por ejemplo de si hemos colocado de forma correcta nuestra ropa respecto al cuerpo o si tenemos un objeto en la mano. Por el contrario si utilizamos una fuerza excesiva durante la prensión y manipulación de utensilios para obtener retroalimentación sensitiva podemos causar lesiones en los músculos, tendones y articulaciones.
Éstos sólo son algunos de los problemas que al cabo del día se encuentran las personas que tienen alteraciones sensitivas en el miembro superior. Por ello, en el servicio de daño cerebral hacemos una valoración de la sensibilidad y abordamos la rehabilitación con ejercicios específicos para cada paciente.
- Toques con un algodón
- Roces con un cepillo
- Percusiones o vibraciones
- Identificar texturas: lana, corcho, plastelina, cartón, espuma, velcros,…
- Reconocer formas, identificar objetos comunes
- Coger objetos de diferentes tamaños y de diferentes pesos
- Inmersión en diferentes materiales / texturas: canicas, arroz, arena, lentejas, algodones…
- Frotar partículas entre las manos
- Inmersión en agua fría – agua caliente
- Ejercicios contra resistencia: lijar, apretar una pelota de goma,…
- Realizar presiones
- Escribir sobre la piel con la yema de los dedos o la goma de un lápiz
- Imitar distintas posiciones con los brazos y las manos (ante un espejo por ejemplo)
- Laberintos de dedos
- Realizar apoyos sobre una mesa o la pared
- …
Con estos ejercicios entre otros, buscamos mejorar las sensaciones y el uso funcional de la mano. En otros casos nuestros objetivos se dirigen a la prevención de accidentes así como al entrenamiento y selección de ayudas técnicas que garanticen seguridad.
Esperamos que esta pequeña batería de ejercicios os ayude en la estimulación sensitiva y os dé ideas para conseguir que esa información llegue a nuestro cerebro.
Os adjuntamos algunos post relacionados por si son de vuestro interés:
Y ya sabéis, para más información podéis poneros en contacto con cualquiera de los Centros de Daño Cerebral de Hospitales VITHAS.
Bibliografía:
Mano como órgano sensitivo estrechamente relacionado con el cerebro (Lundborg 2003, 2004; Wynn Parry 1986)