Los familiares y amigos del afectado a menudo refieren que no es la misma persona, que algo ha cambiado en ella. Comprender el por qué de este cambio y reconocerlo como una secuela más de la lesión que debe ser tratada puede ayudarnos a aceptarlo de una forma más positiva y sobrellevar esta dura situación.
Es importante que la familia esté bien informada y orientada en relación a estas alteraciones conductuales, para poder colaborar en su recuperación y detectar una posible situación de desequilibrio familiar, no debiendo descartar un apoyo profesional que ayude a superar esta difícil situación emocional.
¿CÓMO PUEDE AYUDAR LA FAMILIA?
En un primer momento la familia y el entorno más cercano deberían informar al evaluador del funcionamiento y personalidad previo del paciente para así poder ayudarle a establecer un diagnóstico más certero del trastorno de personalidad. Debido a su proximidad al paciente, la familia puede detectar situaciones/comportamientos poco adecuados y cambios en la personalidad del paciente que indiquen una mejoría o un empeoramiento a lo largo de todo el proceso rehabilitador.
Aunque la recuperación de las alteraciones conductuales es un proceso lento y costo, se pueden reeducar hábitos, fomentar conductas adecuadas y hacer desaparecer aquellas más inadecuadas. Es aquí donde la familia puede contribuir también de forma activa con el apoyo y seguimiento del equipo profesional, para fomentar el aprendizaje de conductas más adaptadas a la situación.
En general, es importante ser tolerante y paciente con este tipo de alteraciones y ser conscientes de que nuestro familiar no tiene la culpa de lo que está pasando. Por ello debemos actuar de acuerdo a las pautas ofrecidas por los profesionales, aunque en algunas situaciones nos cueste por la implicación emocional. Preservar un entorno familiar adecuado, es fundamental para asegurar el bienestar de toda la familia y la recuperación del paciente con daño cerebral.
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