La mirada de Llorenç: ¿Por qué me hizo mejorar escribir un diario?

Llorenç explicar la importancia de escribir un diario tras sufrir un ictus

“¿Escribir yo un diario? ¿Para qué?”, respondí a la pregunta que me formularon los logopedas y neuropsicólogos de Vithas IRENEA que pululaban por las instalaciones donde me rehabilité tras horas y horas de sesiones intensivas.

En suma, lo que me plantearon los terapeutas es que cogiera lápiz y papel y empezara a redactar todo aquello que me pasara por la cabeza a fin de que intentara conseguir una escritura que se perdió irremisiblemente tras sufrir un ictus allá por el año 2008.

No me mereció ni mucha ni poca atención escribir un diario antes de mi daño cerebral. Echo la vista atrás y recuerdo que en la primera etapa de mi adolescencia tuve libros cuyos protagonistas hablan de su vida personal contada en un diario, pero no intenté seguir miméticamente los consejos de estos protagonistas. A caballo de estas novelas, empecé a sentir la llamada del periodismo cuando iniciamos en el colegio –creo que fue en séptimo de EGB, que es como si fuera el primer curso de la ESO- una revista interna, en blanco y negro, cuya calidad de impresión era muy rudimentaria.

En realidad, yo era el encargado de dibujar las viñetas plasmadas en las noticias que mis compañeros elaboraban. Me gustó tanto la experiencia que pronto me planteé estudiar comunicación, cosa que un juntaletras de pro no esconde en el cajón un diario íntimo para que los otros no lo sepan: lo grita a los cuatro vientos para que su ego se extienda lo más amplificado posible. Sin embargo, empezó a desaparecer ese desdén cuando me regalaron mis logopedas el primer diario de mi vida.

Recuerdo esa fecha tan importante para mí, año y medio después de aterrizar en el hospital Vithas Aguas Vivas, muy mermado tanto por las capacidades físicas y cognitivas como también por mi afasia, dado que al principio mis palabras se reducían poco menos que a expresiones sin sentido. En las sesiones de logopedia, duras y difíciles, comencé a trabajar el lenguaje más primario, y avancé hasta alcanzar un habla no demasiado perfecta, pero sí funcional.

Poco después ya leía diversos libros que me regalaban muchos de mis amigos de distintos lugares y que me animaron para seguir adelante. Los primeros fueron cómics, puesto que si no entendías lo que decía, lo podías intuir con los dibujos que acompañaban al texto.

A partir de septiembre del 2009, inicié mi primer diario. Era de tapa negra, un poco más pequeño de lo habitual y de tacto agradable. Mis escritos incipientes eran de trazos gruesos e inmensamente grandes, con apenas una o media página solamente, nada que ver con los posteriores diarios, cinco en total, que me compré después. Prácticamente lo acababa ese mismo día, dos a lo sumo si era más extenso de lo habitual.

Persistían mis faltas de ortografía –los sempiternos acentos-, sí, lo reconozco, cosa que me enfurruñaba muchísimo, como también frases inconexas que necesitaban pulirse. Con errores sin yo advertirlo en medio de una palabra donde me comía la “n”, casi siempre la misma. Yo redactaba en mi casa, no en el centro, y al día siguiente me lo corregían puntualmente los logopedas, otras veces las neuropsicólogas o las terapeutas ocupacionales, incluso mi madre. En los textos cabía todo aquello que me parecía interesante: desde el trabajo diario en terapia, minúsculos logros o retrocesos palpables en los cuales me derrumbaba algunas veces, anécdotas pasadas o presentes que yo relataba con un punto irónico, problemas diarios en casa o fuera de ella, el mundillo de la profesión periodística, la música que escuchaba y que escucho, el fútbol como aficionado, las relaciones personales y un sinfín de historias acumuladas en esas páginas.

En los primeros años los diarios los concluía a los cuatro o cinco meses, mientras que los finales los escribía más esporádicamente, cuando entré a trabajar en lo que ahora es Vithas a partir de abril de 2011. Allí inauguramos una sección, La mirada de Llorenç, donde, además de entrevistas y reportajes de pacientes o ex pacientes que relatan su experiencia y han conseguido metas o historias de superación personal, tenemos un blog enfocado al daño cerebral adquirido donde vierto mis impresiones personales tal como si se tratase de un diario.

No tengo constancia de otras personas que sufrieron, como yo, un daño cerebral, con afasia o sin ella, que pudieran beneficiarse de escribir un diario físico de papel, al menos no cuando estaba en mi proceso rehabilitador en el centro Vithas Aguas Vivas, aunque seguro que habrá más de uno. No obstante, sí que tengo muestras de dos ex pacientes, compañeros míos, que empezaron a teclear en su blog y continúan haciéndolo. Hablo de Alicia y Rafa, con sendos ictus aunque diferentes entre sí.

Alicia, o Ali para sus amigos, era una agente comercial en el ramo del textil que viajaba por todos los rincones de media Europa. Fue precisamente en la Feria de Frankfurt, en Alemania, donde le sobrevino un ictus isquémico, después regresó a España y recibió terapia en Vithas Aguas Vivas. La inmovilidad de su cuerpo fue muy leve, pero era incapaz de emitir ni una palabra, hasta que mejoró en las sesiones de logopedia su lenguaje y su escritura. Al finalizar su etapa rehabilitadora, como le apasiona la cocina, ideó un blog en el cual vuelca muchas recetas tradicionales o vanguardistas –pasta, arroces, carnes, pescados, postres, hasta comidas veganas o también sin gluten- a través de internet (http://ensayosdecocina.blogspot.com). Allí trabaja su escritura, planifica sus recetas y prepara una buena imagen de sus presentaciones en su web.

Por su parte, Rafa, antaño encargado de un almacén de frutas y verduras, padeció un ictus cerebral severo que le postró en silla de ruedas. Los logopedas del Centro de Daño Cerebral Vithas Vinalopó lo animaron para que redactase en el ordenador un “diario”, aunque en este caso en formato digital, en el que contara algunas de sus experiencias a fin de poder comunicarse mejor, dado que tiene mucha dificultad para expresarse oralmente, aunque sin alterar su escritura. Con el tiempo, aquellos textos derivaron en la creación de un blog. Al paciente le pareció una excelente idea e inició su periplo contando sus vivencias ante el daño cerebral, sus impresiones acerca de la vida rural en su pueblo natal, l’Abdet, hasta denunciar el abandono del campo, el cambio climático o que esta pedanía, con solo 50 habitantes, desaparezca irremediablemente para siempre (http://rabubu.blogspot.com).

Sinceramente, creo que el diario y el blog me han ayudado muchísimo para traspasar el muro que me impedía comunicar lo que deseaba. Como también Alicia o Rafa, tres realidades distintas con un objetivo común: mejorar nuestro lenguaje, esencial al género humano. Tal vez estás pensando en comenzar tu propio blog, diario o lo que desees montar. Pregunta a tus logopedas o neuropsicólogos a ver si les parece adecuado para avanzar con tu progresión.

Imagen realizada por @ Arantxa Cedillo 2020 https://arctype.photo/

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