Cuando existe un daño o una disfunción cerebral en la infancia sabemos que afecta a diversas áreas o facetas de la vida del niño. Así, podrá afectar a las funciones intelectuales y cognitivas, a los aspectos físicos o motores, o a la expresión de las emociones y el comportamiento. Todo ello tendrá una importante repercusión en su desarrollo a nivel funcional y social.
Dentro del tratamiento que se ofrece a estos niños, se suele prestar especial interés a la rehabilitación y estimulación de las funciones cognitivas, descuidándose o ignorándose otras alteraciones como las habilidades de estos niños a la hora de relacionarse con los demás, siendo la habilidad de interactuar adecuadamente con los iguales y con los adultos un aspecto muy importante en el desarrollo infantil y constituye un aspecto básico en nuestras vidas.
Una adecuada competencia social en la infancia está asociada a mayores logros escolares y a un mejor ajuste personal y social en la vida adulta, mientras que la inhabilidad personal se relaciona con baja aceptación, rechazo, aislamiento social, problemas emocionales, escolares, etc. De esta forma, el éxito personal y social está más relacionado con la sociabilidad y las habilidades interpersonales que con las cognitivas o intelectuales.
Los niños y adolescentes con daño cerebral a veces no cuentan con los mecanismos necesarios para relacionarse de forma adecuada con otras personas y muy a menudo presentan déficit en sus habilidades sociales (HHSS).
Por ejemplo, no inician interacciones, no conversan con los demás, se inhiben en situaciones de interacción, se aíslan, o tienen dependencia de otros, se muestran tímidos o no hablan, evitan relacionarse con otros, no cooperan, no tienen amigos, permanecen solos en el recreo, solucionan conflictos de forma agresiva, no responden adecuadamente cuando alguien se les acerca para jugar, no son asertivos, no se defienden, prefieren estar con niños más pequeños o les gusta estar solos, prefieren el ordenador o los videojuegos a la compañía de otros niños y se muestran apáticos o indiferentes en situaciones sociales.
Las habilidades sociales son conductas o destrezas adquiridas a través del aprendizaje, necesarias para interactuar y relacionarse con los demás de forma eficaz y satisfactoria. Los niños socialmente habilidosos son los niños más aceptados y queridos, mientras que los niños menos hábiles son ignorados o activamente rechazados por sus iguales.
Las habilidades sociales se aprenden por la experiencia y la niñez es un periodo crítico para su aprendizaje.
Los niños pueden tener déficit de Habilidades Sociales porque no han adquirido estas habilidades o porque otros déficit como los conductuales o cognitivos, muy habituales tras daño cerebral (dificultades de aprendizaje, déficit intelectuales, problemas de comportamiento, pobre habilidad de solución de problemas, inadecuadas habilidades para ponerse en el lugar de otra persona, etc.) interfieren con éstas, ya que las habilidades sociales contienen componentes motores, verbales, emocionales, afectivos y cognitivos.
En los últimos años se ha producido un mayor interés hacia el estudio de las Habilidades Sociales y comienzan a crearse programas para la enseñanza de éstas. Si bien, existe la carencia de programas específicos para niños con daño o disfunción cerebral, podemos adaptar algunos programas ya existentes como el Programa PEHIS (Programa de Habilidades de Interacción Social).
El objetivo de un programa de entrenamiento en Habilidades Sociales es que los niños aprendan a tener amigos, conversar con ellos, jugar, ayudar a otras personas, solucionar problemas y conflictos con los iguales, llevarse bien y congeniar con los demás, expresar sus sentimientos, defender sus derechos y divertirse con los demás. Un objetivo también importante es que aprendan a prevenir o evitar iniciar y establecer relaciones potencialmente peligrosas, llegando a discriminar posibles circunstancias de riesgo (personas extrañas, nocturnidad, situación desconocida, adultos desconocidos).
Los programas para enseñar Habilidades Sociales en niños y adolescentes con daño o disfunción cerebral deben ser programas muy estructurados, que comprendan diferentes áreas de interacción social como habilidades básicas de interacción social, habilidades para hacer amigos, habilidades conversacionales, habilidades relacionadas con los sentimientos, emociones y opiniones, habilidades de solución de problemas interpersonales, y habilidades para relacionarse con los adultos entre otras y debe aplicarse especialmente a niños que presentan necesidades educativas especiales o tienen problemas y dificultades de interacción social.
Deben de adaptarse a los déficit cognitivos y de conducta de estos niños, así como a sus limitaciones físicas y funcionales. Deben ser sencillos y fáciles de aplicar. Deben ser muy prácticos, es importante que la enseñanza de las HHSS se haga dentro de un clima positivo y divertido para que los niños estén contentos y motivados mientras realizan el programa. Algunas de las técnicas que se utilizan son: el modelado, el role-playing, las autoinstrucciones, el reforzamiento o el feedback. Y por último, deben ser flexibles; debemos adaptar el programa a los niños y no éstos al programa.
Es muy importante estimular y potenciar la participación de los padres para que las habilidades puedan practicarse, así se informa a los padres de las habilidades que se están trabajando incluso pueden cooperar haciendo sencillas tareas en casa. De igual manera, sería conveniente informar al colegio las habilidades que se están entrenando para que se potencien también en la escuela y así generalizarse a todos los ámbitos.
Es conveniente realizar una valoración mediante un Cuestionario de Habilidades Sociales que se aplica a los padres para ver el estado inicial y volver a valorar una vez concluido el programa, de tal forma que tengamos una medida objetiva de los logros conseguidos.
En niños con daño cerebral trabajaremos a la vez los déficit asociados a sus lesiones, así se trabaja la conducta enseñando comportamientos sociales específicos, comportamientos motores (contacto visual, comunicación no verbal), cognitivos (conducta verbal, autoinstrucciones positivas) y afectivos (expresión de emociones), etc.
En definitiva al aplicar un Programa de Habilidades Sociales a niños con daño o lesión cerebral estamos haciendo posible que estos niños aprendan a relacionarse con los demás de forma positiva y satisfactoria y lleguen a disfrutar de las interacciones sociales.
No dudes en ponerte en contacto con cualquiera de nuestros centros de daño cereberal, si necesitas alguna información adicional.
REFERENCIA: María Inés Monjas Casares. Programa de enseñanza de Habilidades de Interacción Social, Cepe S.L.