En el trabajo diario con las familias de los pacientes con Daño Cerebral Adquirido en nuestros Servicios de Neurorehabilitación, se repite una constante en el 90% de los casos, y ésta es cómo manejar los diferentes problemas de conducta que presentan los pacientes tras sufrir su lesión cerebral.
Normalmente, la mayoría de familiares-cuidadores de nuestros pacientes tratan de utilizar las mismas estrategias que utilizaban antes de sufrir el daño cerebral para comunicarse, razonar o resolver los problemas cotidianos y, en muchas ocasiones, esas herramientas no son útiles, lo que suele provocar frustración y desánimo tanto en el paciente como en la familia.
Por ello, es importante transmitir una idea básica que todas las personas que se relacionan con el paciente deben tratar de integrar y aceptar una premisa fundamental y es la siguiente: “la forma de percibir, procesar e interpretar la realidad que les rodea es diferente tras sufrir la lesión cerebral”.
Es fundamental que partamos de esta idea, lo que implica asimilar que los pacientes no entienden ni sienten las cosas que suceden a su alrededor de la misma forma. Sólo así las familias podrán plantearse que se deberán desarrollar otras estrategias y herramientas en la relación con los pacientes.
De manera muy simplificada, pero que puede ser didáctica, tras la lesión cerebral se pueden producir dos situaciones:
1. El paciente presenta una exacerbación de sus rasgos de personalidad anteriores
2. El paciente es una persona distinta y se comporta de manera diferente a la habitual
Tanto en uno como en otro caso, va a ser importantísimo que tratemos de entender cuál es esa nueva forma de vivir las experiencias para poder adaptarnos mejor a ella.
En este punto es fundamental la labor de nuestros Servicios de Neurorehabilitación, donde fundamentalmente los neuropsicólogos, explican a las familias cómo es ese nuevo estilo cognitivo y emocional, cuáles son sus puntos fuertes y débiles, y por tanto, cuál es el camino y las pautas que más se ajustan a este estilo y que van a facilitar más la convivencia.
Evidentemente, cada caso es particularmente distinto y se deberán ajustar estas pautas individualmente, pero es cierto que existen ciertas “pautas generales” que se pueden aplicar en la mayoría de los casos, tales como:
- Simplificar el entorno, la información, las decisiones, etc., de manera que sea más fácil para el paciente entender, responder y adaptarse a las diferentes demandas del ambiente.
- Evitar utilizar el razonamiento como la única y mejor estrategia y tratar de sustituirla por otra que facilite que los pacientes cambien de idea y se disminuya su malestar, distrayendo su atención con otra cosa o simplemente no atendiendo excesivamente a la conducta problema.
- Ser prácticos. Por encima de todo lo más importante es mantener un ambiente tranquilo que facilite la convivencia y que promueva la funcionalidad del paciente, de manera que, si nuestra meta es que el paciente funcione en su cotidianidad, en la medida de sus posibilidades, sin enfrentamientos o confrontaciones, vamos a solventar los problemas de un modo más fácil y funcional.
Es cierto que, en muchas ocasiones, no es fácil esta convivencia y que las situaciones, a veces, son muy complicadas, pero es importante insistir en estas dos ideas fundamentales:
- Los pacientes son personas distintas
- Lo más importante es ser práctico y facilitar la convivencia y la funcionalidad.
Si partimos de estas dos premisas es posible que optemos por alternativas que resulten más saludables para todos y que faciliten la adaptación del paciente y su familia a la nueva realidad tras el daño cerebral
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