En esta última década las técnicas de estimulación cerebral no invasiva (ECNI) han ocupado un papel cada vez más relevante entre el arsenal terapéutico del que disponemos para tratar los problemas motores, cognitivos y conductuales que padecen las personas con daño cerebral.
A diferencia de las técnicas invasivas, que exigen la colocación quirúrgica de electrodos o estimuladores en áreas específicas del Sistema Nervioso Central, este tipo de técnicas tienen la ventaja y la comodidad de no requerir ningún tipo de cirugía para su administración, lo que reduce al máximo la posibilidad de complicaciones o efectos adversos.
Las dos técnicas de ECNI más frecuentemente empleadas hasta la fecha son la estimulación magnética transcraneal y la estimulación eléctrica transcraneal. Las técnicas de ECNI se basan en principios electromágnéticos para influir de forma no invasiva en la actividad neuronal.
La estimulación magnética transcraneal se puede emplear como técnica de neuroestimulación (descarga potenciales de acción) o de neuromodulación del tejido neuronal (altera la excitabilidad neuronal), mientras que la estimulación eléctrica es una intervención estrictamente neuromoduladora.
Estimulación transcraneal de corriente directa
En la estimulación transcraneal de corriente directa, la forma de estimulación eléctrica más habitualmente empleada hasta la fecha, dos electrodos de superficie (ánodo y cátodo) colocados por encima del cuero cabelludo, administran una corriente eléctrica directa de baja amplitud (0.5-2mA) capaz de atravesar el hueso craneal y modular el área cerebral seleccionada.
Aunque el mecanismo no esta completamente aclarado, se piensa que dicha corriente induce cambios en el potencial de reposo de la membrana neuronal. Dichos cambios son específicos de la polaridad aplicada, de forma que la estimulación anodal provoca una despolarización (aumento de la excitabilidad) mientras que la catodal provoca una hiperpolarización (descenso de la excitabilidad) de dicho potencial.
Los posibles efectos neuroplásticos resultantes de estos cambios de polaridad, apreciables cuando la técnica se emplea de forma repetida, parecen estar mediados por receptores N-metil.-D-Asparato (NMDA) a través de la modulación que la corriente eléctrica ejerce en sinapsis gabaergicas y glutamatérgicas.
La estimulación de eléctrica corriente directa y el resto de formas de estimulación eléctrica transcraneal se han empelado con éxito para el tratamiento de algunos de los síntomas más comunes que padecen las personas que han sufrido una daño cerebral tanto en la esfera motora, como cognitiva o emocional.
Además, otro aspecto relevante de la técnica es su seguridad. De hecho, de los mas de cien estudios publicados que han empleado estimulación eléctrica tanto en voluntarios sanos como en pacientes, apenas se han descrito eventos adversos significativos. Una minoría de casos, en series de mas de 500 sujetos, han descrito como efecto adverso mas relevante, una ligera sensación de picor justo en la zona de colocación del electrodo, cefalea, fatiga o nauseas. Además, tanto estudios de neuroimagen como neurofisiológicos han demostrado la seguridad de esta técnica.