Las alteraciones conductuales del Daño Cerebral, por exceso o por defecto, las hemos ido nombrando a lo largo de varios post del blog, y es que son, una de las principales secuelas, que pueden llegar a marcar la evolución de la enfermedad, y la funcionalidad del paciente tanto individual como social, más que las cognitivas o físicas.
Sabemos que las alteraciones conductuales son difíciles de tratar. Precisan de dos grandes pilares: las “pautas de conducta” que debemos seguir todos los que tratamos con el paciente, y la medicación. En este post, queremos aclarar por qué es tan importante seguir las pautas médicas en cuanto al tratamiento farmacológico.
Para ello, vamos a ver a los pacientes en dos fases: en los Estados Confusionales, y fuera de ellos.
Hablamos de dos estados confusionales básicos: el estado de Amnesia Postraumática (APT), en el caso de traumatismos craneoencefálicos, y el estado de Deterioro Cognitivo Severo (DCS), en el caso de ictus o anoxias.
Estos estados se caracterizan fundamentalmente porque, en la mayor parte de los pacientes, a nivel cognitivo aparece una alteración severa en el paciente. Se encuentra desorientado, sin saber en donde está, ni qué día es, ni, a veces, quién es; le cuesta mantener la atención y concentrarse en las conversaciones, y si aparece más de un estímulo a la vez (por ejemplo estar comiendo con la televisión puesta), se bloquea, sin ser capaz de responder y fijar la atención en uno u otro. Fisiológicamente aparece una inquietud o agitación psicomotora, o, al contrario, una lentitud y apatía severas. Es decir, los vemos moviéndose inquietos, deambulando sin sentido, o hablando de cosas incoherentes, o bien, extremadamente parados, sin reaccionar ante el mundo exterior, ante los estímulos. A veces, incluso pueden llegar a crear un mundo paralelo de ideas y vivencias que no son reales. En algunos casos, esta agitación o falta de actividad es tan intensa que aparece agresividad frente a los estímulos que les llegan: es cuando les hablamos o les mostramos algún estímulo, y reaccionan de manera agresiva (gritan, pegan, escupen, rechazan).
Esta fase de APT o DCS, es crucial en la evolución de la enfermedad, ya que la salida de ellas, supone que el paciente ha mejorado a nivel cognitivo, ya está orientado y su conversación y respuesta a estímulos es adaptativa (coherente con el ambiente), por otra parte, es un marcador pronóstico: cuanto más tiempo esté un paciente en estas fases, cuando las supere, peor será su evolución.
La medicación es crucial en el tratamiento de la APT y el DCS. Cuando el paciente está cognitiva y conductualmente tan afectado, es muy importante disminuir el grado de agitación. La agitación es un buen signo, ya que nos permite ver que el cerebro está “despertándose” de nuevo, pero debe estar controlada, para poder permitir a este cerebro que empiece a orientarse, a responder adecuadamente. Si un paciente está agresivo o inquieto, es incapaz de mantener la atención. Los fármacos que se utilizan no son específicos para el tratamiento del daño cerebral, ya que no existen como tales. Nos aprovechamos de medicamentos que, teniendo otras indicaciones (antidepresivos, antipsicóticos, ansiolíticos), ejercen su efecto sobre las mismas vías bioquímicas y modulan la actividad cerebral, que en estas fases está descontrolada.
Es importante tener en cuenta que cada uno de nosotros es único, y tiene un cerebro único, con unos rasgos y características determinados, exclusivos e inconfundibles. Esto implica que, probablemente, si tuviéramos nosotros que sufrir una de estas fases de APT o DCS, nuestra conducta de agitación o apatía, sería diferente a la de otra persona. Cada paciente es único como lo es cada cerebro. Por eso no todos los fármacos valen para todos los pacientes igual, ni a las mismas dosis.
No existe en la práctica médica un protocolo específico de tratamiento. En el Servicio de Daño Cerebral y NeuroRehabilitación hemos creado un protocolo de tratamiento para las alteraciones conductuales, basado en nuestra experiencia en la práctica clínica. En la mayoría de los casos solemos iniciar este protocolo de manera intuitiva, teniendo en cuenta nuestra experiencia, y debemos tener en cuenta que no siempre es posible “ajustar” al paciente a la primera, ni en unos días. Muchas veces debemos de probar diferentes grupos de fármacos, diferentes dosis, hasta que conseguimos ajustar al paciente.
El feed-back con la familia, con el paciente y con los profesionales del equipo del Servicio, es fundamental para orientar al médico sobre qué fármaco puede estar más indicado en cada caso.
Si necesitas más información sobre alteraciones de la conducta o cualquier otra secuela del daño cerebral, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.