La memoria semántica: «Una cabeza sin memoria es como una fortaleza sin guarnición»

La memoria semántica se puede definir como un tipo de memoria de significados y conocimientos generales en la que no intervienen nuestras experiencias concretas, ni el recuerdo de sucesos puntuales

La memoria semántica se puede definir como un tipo de memoria de significados y conocimientos generales en la que no intervienen nuestras experiencias concretas, ni el recuerdo de sucesos puntuales (esto sería la memoria episódica). El término fue acuñado por el psicólogo experimental y neuroscientista cognitivo Endel Tulving. El autor, primeramente hizo la distinción entre las memorias semántica y episódica en el capítulo de un libro de 1972.

Características de la memoria semántica

  • Es un tipo de memoria declarativa. Esto significa que accedemos a ella de forma consciente. Se refiere al significado de la palabra y también incluye asociaciones entre palabras, conceptos, símbolos y hechos.
  • Hace posible la adquisición y la retención de conocimiento general.
  • Hace de memoria vital para el funcionamiento cognitivo de los seres humanos. Este tipo de conocimiento permite, por ejemplo, saber que un armario es un mueble, una camiseta una prenda de ropa o una bicicleta un medio de transporte.
  • Está almacenada a largo plazo, por lo que una vez adquirido un conocimiento, podrá incluso, mantenerse toda la vida.

¿Para qué nos sirve la memoria semántica?

  • Es nuestro diccionario mental, lo que nos permite ser capaces de interpretar en poco tiempo, y con pocas palabras, el mundo en el que vivimos.
  • Nos permite saber “automáticamente” que un león es un mamífero, sin necesidad de que tengamos que repasar mentalmente todos los leones que hemos visto en nuestra vida, ni pensar en los tipos de leones que existen. Que podamos englobar múltiples conceptos concretos (animales, personas, objetos…) en un solo con concepto general. Esto se organizará mediante infinidad de categorías (animales, objetos, seres vivos, seres no vivos, mamíferos, reptiles, etc).
  • La conformación de categorías es una de las actividades principales que desempeña la memoria semántica. Las categorías se establecen a través del aprendizaje realizado durante los primero años de vida. Cuando se desarrolla la categoría, esta se almacena en la memoria y se va actualizando a medida que va adquiriendo nueva información. Por ejemplo, cuando un niño genera la categoría “juguete”, va incorporándole todos los juguetes que va aprendiendo.

Las personas utilizan los esquemas para poder deducir la existencia de algunos elementos. Economizamos a través de unidades de conocimiento superiores a las proposiciones, capaces de almacenar una gran cantidad de información. (por ejemplo saber que debo poner una lavadora si voy a lavar la ropa)

Alteraciones de la memoria semántica: Trastornos de acceso y almacenamiento semántico

  • Personas con demencia semántica: Tienen problemas para poder encontrar el significado de los conceptos, pero no tienen por qué tener problemas en utilizar esquemas (por ejemplo, planchar)
  • Personas con lesiones en la corteza prefrontal: dificultades para desarrollar un esquema, pero no para el significado de las palabras (al contrario del ejemplo anterior). Estas personas por tanto, son incapaces de utilizar un esquema como por ejemplo, ir al dentista cuando tienen un problema en la boca, o hacer la colada cuando quieren lavar la ropa, pero en cambio pueden acceder a los conceptos de las palabras.
  • En la enfermedad de Alzheimer. Aquí, una característica típica es un fallo en la memoria episódica (en los recuerdos autobiográficos). Aún así, también se ve afectada la memoria semántica, ya que estos pacientes tienden a desarrollar trastornos en el lenguaje y en el uso de esquemas.

¿Cómo trabajar para compensar este déficit?

Objetivo

Minimizar el impacto que tienen los problemas de memoria sobre la vida cotidiana, facilitar el aprendizaje específico de habilidades e información útiles para el paciente y aprender el uso de ayudas externas, como agendas u ordenadores.

Procedimiento

Éstas son solo unas pinceladas que pueden servir como guía para reforzar también desde casa el trabajo terapéutico.

  • Establecer significados entendiendo qué es lo que aprendemos. Por ejemplo, para estudiar. En este caso, recordamos mucho mejor algo a lo que hemos dado significado, que a lo que hemos aprendido por mera repetición de palabras. Recordar los hechos del mundo que nos rodea.
  • Aprender nuevos idiomas. Aprender otro idioma nos obliga a empezar un nuevo vocabulario, una nueva estructura, nuevas reglas en el idioma.
  • Ejercicios sencillos, serie de preguntas básicas, a las que el paciente tiene que contestar, y si se equivocan, se corrige delante de ellos. Por ejemplo, preguntas como: “¿Cuáles son las cuatro estaciones del año?”, “¿Cuáles son los meses?”, “¿Cuáles son los números del 1 al 15?”.
  • Frases incompletas. “Los limones son de color…”, “La capital de España es…”, etc.
  • Técnicas sin ayudas externas.

Éstas comprenden un amplio abanico de procedimientos dirigidos a que la persona con problemas de memoria adquiera habilidades específicas o información útil para su vida cotidiana, o que aplique estrategias internas, previamente entrenadas con el terapeuta, en diferentes situaciones ( el uso de imágenes mentales, la organización semántica del material que debe aprenderse o el repaso de la información). Su utilidad suele limitarse a personas con dificultades leves y moderadas. En estos casos, los efectos sobre la vida cotidiana son positivos. Pero, pese a ello, son poco generalizables a los aprendizajes que no hayan sido entrenados por el terapeuta.

Uno de los procedimientos más estudiados ha sido el aprendizaje sin errores. Dicha técnica se fundamenta en el empleo de un sistema de aprendizaje preservado (memoria implícita) para compensar la afectación de la memoria explícita (semántica y episódica). Varios estudios avalan su efectividad incluso con los pacientes más graves. No obstante, su utilidad se limita al aprendizaje de información concreta o habilidades altamente específicas. Por ejemplo, asociaciones cara-nombre o recorridos frecuentes, no existiendo indicios de que mejoren los problemas de memoria subyacentes.

Técnicas con ayudas externas no electrónicas

Las técnicas con ayudas externas no electrónicas consisten en el uso de agendas, cuadernos de notas, listas, etiquetas o señalizaciones, diarios, calendarios y otras herramientas. Estas se utilizan para reducir el impacto de los déficit de memoria sobre la vida cotidiana del paciente (sustitución). En varios estudios demuestran que los pacientes entrenados en el uso de una agenda, incluso los más crónicos, presentan menos fallos de memoria en su vida diaria. Cuando, además de la agenda, se utilizan autoinstrucciones durante el entrenamiento, los pacientes emplean con mayor eficacia esta técnica. Además, la mantienen durante más tiempo y refieren una mayor satisfacción y un menor número de fallos de memoria en su vida diaria.

Técnicas con ayudas electrónicas

Las ayudas electrónicas comprenden el uso de dispositivos. Algunos ejemplos son los ordenadores, buscas, agendas electrónicas, teléfonos móviles o grabadoras de voz (sustitución).

Área de terapia cognitiva del Instituto de Rehabilitación Neurológica de Hospitales Vithas VITHAS Elche.

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