Mi sonrisa – La importancia de la familia tras sufrir Daño Cerebral

La primera sonrisa de Toño tras sufrir daño cerebral fue gracias a su familia

Esa mañana debió ser mucho más difícil para ella que para mí. Hacía apenas diez días que había ocurrido y no imagino la soledad que debía sentir cada segundo que pasaba, mientras trataba de sujetar lo que quedaba en pie de nuestro mundo.

Le decían que lo peor ya había pasado, pero sé que con apenas cuarenta años y dos hijos pequeños, aquella película daba miedo de verdad. Ella nunca había tenido tanto. Pero todo esto, lo pienso ahora.

Lo que yo recuerdo de aquellos momentos es poco. Casi nada. Había sin embargo algo claro, perceptible incluso para un hombre cuyo cerebro y cuyo cuerpo no eran los mismos. Su mirada me decía «vamos Toño» una y otra vez.

Se abrió la puerta y dos hombres sin uniforme entraron en la habitación. Estuvieron hablando conmigo. Yo apenas podía contestarles. Eran médicos, me pareció creer. Quedaron en organizar las cosas para mi traslado. Mi mujer estuvo de acuerdo. Había visto algo familiar en los doctores Noé y Ferri. Su mirada también me decía «te vamos a ayudar, ánimo Toño»…

Lo mismo pasó cuando sus manos tocaron mi cara, su olor, su mirada. Una mezcla de dolor y esperanza. El amor absoluto de una luchadora. Mi madre. Su mirada me pedía un esfuerzo. Ella estaría acompañándome. Como siempre.

De manera casi imperceptible, un pequeño hilo apareció. Un hilo de esperanza, de fortaleza. Ahora sólo quedaba sujetarse fuerte y tirar. Tirar, tirar, tirar. La motivación había llegado. Sin embargo me faltaba algo. Me sentía incompleto, vacío. Se abrió la puerta, y dos ángeles entraron para abrazarme. Mis hijos.

Recuerdo que sonreí. Era mi primera sonrisa.

 

Imagen: Pixabay

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