¿Qué es la reserva cognitiva?

reserva cognitiva

Si alguna vez has escuchado el término reserva cognitiva, lo habrás hecho asociado a conceptos positivos. No vas desencaminado. En concreto, el concepto reserva cognitiva se utiliza para hacer referencia a la capacidad de nuestro organismo de resistir el deterioro cerebral sin presentar síntomas.

Podíamos decir que la reserva cognitiva es como un capital mental que, cuanto mayor sea, más ayudará a compensar los efectos en la eficiencia de nuestras capacidades cognitivas. En este caso, estaríamos hablando tanto del envejecimiento como de las alteraciones cerebrales causadas por demencias como el Alzheimer.

Ahora bien, no podemos decir que la reserva cognitiva actúe como un antídoto para prevenir enfermedades cerebrales ni que evite el envejecimiento neuronal, pero sí que es un factor que contribuye a retrasar el posible deterioro cognitivo, promoviendo una red neuronal más resistente. Esto último es importante, ya que se puede dar el caso de que exista un deterioro cerebral, evidente con el paso del tiempo, pero que no se presente una afectación cognitiva.

Cómo aumentar nuestra reserva cognitiva

Viendo la importancia que tiene la reserva cognitiva para protegernos de enfermedades cerebrales, empezará a interesarnos cómo aumentarla, si es que se puede. En este caso la respuesta también es afirmativa y existen una serie de tareas asequibles que pueden colaborar a ello.

La primera de las actividades para favorecer a estimulación cognitiva no es otra que leer. La lectura es una actividad estupenda para favorecer la concentración, ejercitar la memoria y alimentar la imaginación.

Como ya hemos explicado en anteriores post, a través del juego y, en concreto , los juegos de mesa, se nos presenta una herramienta extraordinaria para entrenar distintas habilidades cognitivas. Así, en función de las características del juego, se estimulará el cálculo, la memoria reciente, la lógica, la capacidad de planificación, el vocabulario o la creatividad, entre otras capacidades.

No existe una edad para dejar de aprender. Hay que aprender cosas nuevas a la edad que sea, esto favorecerá nuestra actividad cognitiva. Puede ser un nuevo idioma, tocar un instrumento musical, asistir a clases o charlas de cultura general o perfeccionar nuestras dotes en la cocina.

A nuestro cerebro le gusta que le pongamos a prueba. Propongamos a nuestro cerebro cada día un reto. Desde resolver un crucigrama hasta hacer un sudoku o montar un puzzle. Busquemos algo que sea realmente un reto que podamos asumir, ni extremadamente difícil ni muy sencillo.

Por último, nos puede ayudar cambiar las rutinas. De hecho, añadir rutinas nuevas a nuestro día a día, o variar las habituales, contribuye a crear nuevas conexiones neuronales. Estos cambios pueden ser tan sencillos como probar a elegir otra ruta para ir al trabajo, cambiar la organización de los cajones o utilizar los cubiertos con la mano contraria.

Una advertencia sobre la reserva cognitiva

Pese a todos estos consejos, es conveniente que recuerdes que no existe ninguna actividad concreta ni ejercicios específicamente recomendados para evitar o reducir el riesgo de sufrir demencia. Las recomendaciones que te hemos ofrecido pasan por ser una serie de prácticas muy recomendables para mantener activo el cerebro y favorecer la reserva cognitiva.

Imagen via Pixabay.

 

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