¿Cuándo podemos empezar a sospechar que nuestro hijo tiene un problema con el lenguaje?

¿Cuándo podemos empezar a sospechar que nuestro hijo tiene un retraso en el lenguaje? Empecemos por el principio Normalmente, las primeras palabras suelen aparecer alrededor de los 12 meses de edad. Tras la etapa del balbuceo, el niño comienza a asociar palabras o aproximaciones a ellas (como “aba” para referirse al “agua”) con objetos y acciones familiares. Es entonces cuando podemos decir que aparecen las primeras palabras ya que tienen un significado.

La adquisición del lenguaje en la infancia

Las primeras palabras con significado en aparecer suelen ser las monosílabas y bisílabas con estos fonemas, como “mamá”, “papá”, “aba” (para agua), “eta” (para galleta), “mimí” (para dormir)… Por lo general, los niños inician la etapa del balbuceo produciendo sílabas aisladas y reduplicadas (ba, papa…) uniendo diferentes consonantes con las vocales. Los sonidos más fáciles de producir, tras las vocales, suelen ser los fonemas bilabiales /p/, /b/ y /m/, así como los velares /g/ y /k/ y la interdental /t/. Aunque esto no excluye el que muchos niños puedan incorporar otros sonidos a sus primeras producciones o que haya otros que encuentren problemas en la adquisición de alguno de los fonemas mencionados.
De hecho, la adquisición y articulación correcta de todos los fonemas del español se puede alargar hasta los 7-8 años de edad. Una vez adquirido todos los fonemas de forma aislada, las combinaciones de dos consonantes en la misma sílaba con determinados fonemas (sílabas trabadas con los fonemas /l/ y /r/) son los que más dificultades entrañan, así como la producción del fonema /r/ múltiple. Por tanto, las palabras con /r/ múltiple (perro, correr..) y las que incluyan las trabadas mencionadas (globo, clavo, granja, cristal…), serán las últimas en producir de forma correcta.

¿Cómo estimular la aparición del habla?

Para estimular la aparición del habla podemos comenzar a muy temprana edad. De hecho, podemos realizar una serie de acciones durante el primer año de edad:

  • Hablar al bebé con frecuencia, con un lenguaje simple y concreto y responder a sus primeros intentos comunicativos (sonidos reflejos, gorjeos, balbuceos).
  • Cantarle canciones infantiles, estimular mediante juegos de imitación vocal y gestual con cambios de tono, voz y expresiones faciales.
  • Jugar con diferentes onomatopeyas.
  • Enseñarle vocabulario familiar.

A partir de los 12 meses, cuando el niño ya ha comenzado a adquirir las primeras palabras, tenemos una nueva etapa:

  • Estimulamos la adquisición del lenguaje aprovechando los momentos de juego, durante el baño, la comida, el paseo.
  • Le enseñamos palabras nuevas.
  • Le explicamos experiencias cotidianas con un lenguaje sencillo.
  • Le preguntamos sobre sus acciones, juegos, sentimientos.
  • Leer junto al niño cuentos sencillos apoyados de imágenes para favorecer su comprensión y expresión sobre los dibujos.

Por otro lado, es importante evitar corregir sus errores articulatorios de forma negativa (“así no se dice”) o riéndonos de su producción. En su lugar debemos expandir su habla de forma correcta para conseguir que la experiencia de hablar y escuchar se convierta en una actividad estimulante y divertida. Es más, es importante respetar el desarrollo natural de cada niño, sin realizar comparaciones con las progresiones de otros niños.

¿Qué hacer si observamos un retraso en el lenguaje?

Hay que estar atentos a un retraso significativo en la adquisición del habla y en la comprensión del lenguaje hablado. Por ejemplo, durante el primer año de vida debemos preocuparnos si el niño no emite sonidos vocálicos, parece no oír, no responde a su nombre, parece no comprender, no muestra contacto ocular en las interacciones o no muestra intención comunicativa (entre otras).
A partir del primer año hay que prestar atención si:

  • El niño no imita ningún sonido conocido.
  • Las órdenes sencillas acompañadas de gestos no son comprendidas
  • El habla no aparece o algún sonido asociado a objetos o acciones.
  • No reconoce objetos familiares, acciones, lugares de la casa…

Además, debemos sospechar de algún problema con el lenguaje si al final del segundo año el niño posee un habla ecolálica. Es decir, sólo repite lo que oye sin ser funcional, no es capaz de unir dos o tres palabras para formar una frase, no comprende órdenes sencillas, no imita sonidos o palabras, no sabe expresar sus necesidades o sentimientos, no muestra intención comunicativa o, simplemente, no ha aparecido el habla.

Cada niño, un ritmo

Es primordial recordar siempre que cada niño es diferente, su contexto familiar, su ritmo de aprendizaje… Y que todos están deseando aprender y comprender el mundo que les rodea. Por ello, está en nuestra mano acompañarlos en su camino haciendo de ese viaje una experiencia enriquecedora, positiva e inolvidable.
Es importante recordar que en Vithas IRENEA contamos con un programa específico sobre estimulación del lenguaje oral. Por lo tanto, podremos aquí resolver todas tus dudas al respecto o las preguntas que puedan haber surgido de este artículo.
Post realizado por el área de logopedia del servicio de neurorrehabilitación pediátrica de Vithas IRENEA Valencia Consuelo.

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